Mesas de restaurante con tiempo limitado o consumición mínima en la terraza: ¿es legal que te lo impongan?
"A veces nos olvidamos, pero los hosteleros siguen sufriendo el impacto de la pandemia", señala una experta
Consumo mínimo, una tendencia al alza en la hostelería
Madrid
Cada vez es más habitual que, a la hora de reservar mesa en un restaurante, nos confirmen dos horas: la de llegada.... y también la de salida. Pero no solo eso: algunos hoteles cobran entrada para acceder a terrazas en las que el precio de una consumición ya suele estar bastante inflado; y hay bares en los que, a determinadas horas, solo puedes sentarte si te vas a tomar un gin-tonic o un mojito, pero no un café o una botella de agua. ¿A quién no le ha pasado algo parecido?
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Algunos clientes optan por aceptar las condiciones del negocio con una mezcla de sorpresa y resignación, pero otros prefieren dar media vuelta y buscar una alternativa en la que le atiendan como, al menos en España, se ha hecho toda la vida: sin tener que estar pendientes de la hora o de cuánto hay que gastar.
En todo caso, ¿es legal que un bar o un restaurante imponga ese tipo de condiciones? Entre los expertos consultados por Código de Barras hay diversidad de opiniones o, más bien, de interpretaciones de la norma. Pero no cabe duda de que, más allá del encaje reglamentario, estas nuevas costumbres se dan en un contexto general de sector en fase de transición que, ante la escasez de personal o el aumento del precio de los alquileres, ha tenido que replantear su modelo de negocio.
"Excesivo, desproporcionado e incluso ilegal"
Rubén Sánchez, de Facua, cree que "si en un establecimiento de hostelería que sirve café, te dicen que no te puedes sentar a tomar 'solo café', sería una ilegalidad". En su opinión, sí sería "razonable" que en determinados indiquen que solo van a servir almuerzos o cenas. "De 2 a 4, por ejemplo", añade.
Pero el portavoz Sánchez no siempre interpreta la norma de misma manera y recuerda que los negocios de hostelería ejercen su actividad gracias a una licencia pública, lo cual les obliga a prestar un servicio, por lo que "sería excesivo, desproporcionado e incluso ilegal" que te exijan un gasto mínimo.
Hostelería de Madrid no ha querido participar en este reportaje alegando que no puede opinar acerca de las decisiones que toma cada negocio. Pero sí hay varios expertas en gestión y marketing que aportan una visión distinta a la de Facua.
Los efectos de la pandemia
"A veces nos olvidamos, pero los hosteleros siguen teniendo que hacer frente al impacto de la pandemia y la necesidad de recuperar las pérdidas les ha llevado a implementar estrategias como la de la consumición mínima para aumentar el rendimiento", dice Ángela Royo, de Baya Estudio.
En los últimos tres años muchos trabajadores de la hostelería han empezado a rechazar las condiciones de abuso y explotación laboral que habían aceptado durante décadas. Una tendencia que se ha notado en la escasez de personal y —como no podía ser de otra manera— también en una mejora de los horarios o los sueldos. Pero esos cambios tienen un coste y muchos hosteleros han optado por intentar mejorar la rentabilidad.
"La gestión eficiente de espacios se ha vuelto crucial para la rentabilidad de los negocios hosteleros, sobre todo en lugares de alta demanda o con limitaciones de espacio", señala Royo. "Ahí es fundamental, por ejemplo, limitar el tiempo de uso de las mesas".
Aviones, conciertos y restaurantes
Otra experta en marketing de restaurantes, Erika Silva, considera razonable que el propietario de una terraza espectacular con vistas quiera "rentabilizar ese lugar y ese momento con las consumiciones" e introduce un argumento de peso: "Si al comprar la entrada de un concierto o un billete de avión ya estamos dispuestos a pagar el doble o el triple por una experiencia premium, ¿por qué no puede pasar lo mismo en un restaurante?".
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Hasta ahora, en España, un restaurante no le cobra más al cliente que come en la mesa que hay al lado de la ventana que al que le ha tocado sentarse al lado de la puerta del baño. Pero Silva asegura que en EEUU o Reino Unido ya es habitual que el precio varíe dependiendo de la ubicación de la mesa. "Lo importante es comunicar las tarifas para que el cliente no se sienta sorprendido en el último momento porque eso puede ser muy frustrante", señala. "Y también entiendo que se pidan consumiciones mínimas, pero siempre con educación y con un protocolo de atención al cliente correcto".
Lydia Ibáñez, cofundadora de Baya Estudio, también cree que, aunque no sea algo muy habitual, cobrar entrada o exigir una consumición mínima sí es legal, pero siempre y cuando se cumplan una serie de condiciones: "Actuar con transparencia, comunicar la política del establecimiento a los clientes antes de que accedan al establecimiento, contar con su aceptación explícita y velar por una aplicación igualitaria, sin discriminar a nadie".
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