Cuando una poeta se convierte en médium de la cabras: "¿Qué tipo de ancestros queremos ser?"
Del queso palmero al peral que su abuelo plantó cuando nació: la andaluza María Sánchez acaba de publicar un poemario, 'Fuego la sed', en el que reflexiona sobre el deterioro de los medios rurales y los efectos que eso tiene en quienes los habitan
Madrid
Uno de los versos más impactantes del poemario Fuego la sed (La Bella Varsovia, 2024) resume las peores consecuencias de la curiosidad y el afán controlador de la humanidad: "Murieron muchas ballenas para que el hombre solo pudiera descubrirlas / nombrar y poseer, así elaborabais el conocimiento".
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La poeta María Sánchez, que también trabaja como veterinaria y se define como feminista y amante de los "medios ruales" (en plural), ha puesto sus manos al servicio de los árboles y los animales. Sus últimos versos dibujan paisajes de tierra seca y, aunque las palabras "cambio climático" no llegan a aparecer, sus efectos están constantemente ahí. En Fuego la sed, de hecho, nunca llueve. Una ausencia dolorosa que desata muchas emociones.
"Desde que vivo hecha un jabalí, cuando vengo a la ciudad disfruto mucho", asegura la poeta en el programa Gastro SER. "Con dos o tres días ya me basta, pero la verdad es que también disfruto de lo que me dan las ciudades. ¡La poesía nos espera en cualquier sitio! Mira lo que hizo Annie Ernaux en ese maravilloso libro [Mira las luces, amor mío] en el que habla de un supermercado... A mí me salió algo, una vez, frente a la máquina de vending de un hospital".
El legado cultural y antropológico
Aunque nació en Córdoba y vive en Galicia, María Sánchez se siente de Las Navas de la Concepción (Sevilla) y en sus versos abundan los recuerdos y las referencias a esa tierra: los registros de lluvia, las palabras de su tío Juan sobre los árboles muertos, el dolor que sintió al tener que deshacerse de las vacas... Una conexión emocional con las raíces de la gastronomía que ella, gracias a su trabajo como veterinaria, renueva constantemente.
Gastro SER | María Sánchez y los versos de la sequía
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"Trabajo en programas de razas autóctonas de Canarias, Extremadura, Castilla-La Mancha o Castilla y León que están en peligro de extinción", explica. "Hemos puesto en el centro la rentabilidad y el dinero, y nos olvidamos de que se desperdicia un 30-40% de la comida o de que muchas personas enferman y mueren por lo mal que se come".
María Sánchez habla con auténtica devoción de los animales para los que trabaja y también del legado antropológico y cultural asociado a ese mundo: "La relación con la cabra palmera desciende de los benahoaritas. Las cabras, para ellos, eran algo muy importante. Bebían leche de cabra con raíces y, cuando sentían que se acercaba la muerte, se cubrían con una piel de cabra y se iban a una cueva. Hay una cultura, unos vínculos, una relación con las plantas, unos saberes, unas recetas... ¡El queso palmero!".
¿Cómo reconocerás al verdugo?
"Podemos perder esos mundos, esas formas de mirar y de habitar el territorio", asegura. "Hablando con Custodio, un pastor de cabra palmera, me decía que cuando hay un incendio forestal, los bomberos le llaman a él porque se sabe las veredas, cómo sopla el viento... y me preguntó qué va a pasar con la memoria de la tierra cuando se me muera. '¿Quién va a contar todo lo que yo sé?'. Me emocionó mucho y, efectivamente, nos va la vida en ello porque, lamentablemente, el cambio climático es algo que está ahí y no podemos hacer como si nada".
Los poemas de María Sánchez desbordan nostalgia y preocupación. En Nadie lo registró, por ejemplo, confronta la muerte de una persona con la de "un arroyo, un sendero, un pantano, una dehesa, una familia de árboles, un rebaño, un árbol o un ser que se desvanece" y se pregunta por qué en unos casos podemos llorar o formar de un ritual, y en otros no. "Tenemos un problema muy grande como sociedad porque nos vemos como algo ajeno al campo, cuando nosotros somos naturaleza", explica en la entrevista concedida a Gastro SER.
Pero no solo afea nuestra indiferencia. En Se los llevó el río va un paso más allá: "Pero cómo / reconocerás al verdugo / si compartes con él / las mismas manos / el mismo rostro/ el mismo arroyo / del que ya nunca / beberemos".
La joven poeta andaluza asegura que no quería pecar de apocalíptica y que no pretendía reñir, sino más bien "conmover con un pellizco". Pero, para completar ese proceso, también le pone rostro a las víctimas de esta catástrofe. "En Fuego la sed, los hombres lloran. El primer poema es mi padre llorando al pensar qué van a beber las criaturas y preguntándose qué pensarían los antiguos si vieran el campo como está", detalla.
La médium de las cabras
"Más que pensar en nuestros ancestros, tendríamos que ejercitar la buena sombra. ¿Qué tipo de ancestros queremos ser? ¡Mi abuelo me dejó un peral! Hace unos días descubrí su agenda agrícola y el golpe de realidad fue maravilloso porque el día que yo nací escribió: 'Se sembraron las primeras lechugas'. Lo apuntaba todo: las setas qué había cogido, los injertos... Tengo 20 agendas y la familia no aparecemos en ninguna".
A lo largo del poemario, además, María Sánchez se convierte en una especie de médium para que las cabras y los árboles se expresen —directamente— a través de sus versos. "Me gusta que los animales cuestionen nuestros afectos o nuestras formas de tratarlos", dice.
María Sánchez sabe que, tras la fuerte ola de protestas del campo, en las elecciones europeas se impusieron los partidos que minimizan el cambio climático y que abogan por intensificar el modelo agrícola actual. "Es lamentable", señala. "Pero me pregunto qué tipo de producciones tienen los que se han echado a la calle. Los pastores y los cabreros dudo que hayan podido hacerlo... ¿Quiénes son? ¿Qué representan? Nosotros llevamos muchos años peleando para que no nos ahoguen, pero se ha fomentado un sistema que penalizaba la trashumancia y fomentaba el cultivo intensivo de olivos y almendros. ¿Es eso sostenible? Los pequeños productores, la ganadería extensiva y la agricultura agroecológica no contamos para nada, pero queremos poder vivir con dignidad en el territorio".
Al preguntarle por el fenómeno del agrofascismo, además, se queja de que siempre se tienda a relacionar a la ultraderecha con el campo, cuando "la gente que caza en los grandes cotos es de Madrid, Sevilla, Córdoba o Jerez", igual que los grandes terratenientes de la PAC: "Me dan rabia estas preguntas. ¡Como si en la ciudad no se votara a la derecha!".
Carlos G. Cano
Periodista de Barcelona especializado en gastronomía y música. Responsable de 'Gastro SER' y parte del...