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Los inventos de Leonardo Torres Quevedo

Este cántabro está considerado como “el más prodigioso inventor de su tiempo”, y es considerado precursor de la cibernética, del cálculo analógico, de la informática y la inteligencia artificial. Sus transbordadores, dirigibles y máquinas algébricas lo convirtieron en el más importante ingeniero de finales del siglo XIX e inicios del XX

Leonardo Torres Quevedo, el Leonardo español

Una de sus primeras invenciones fueron los Astra-Torres, un dirigible flexible que ofrecía mejores prestaciones que modelos rígidos como el Zeppelin. Las fuerzas armadas de algunos países quisieron utilizarlo, como la Marina Nacional de Francia y la Royal Navy británica.

Con su telekino, el primer mando a distancia efectivo de la historia, triunfó en cuanto a ingeniero industrial y de telecomunicaciones. Concebido para gobernarlo desde tierra, mediante ondas hertzianas, tanto los torpedos submarinos de la Armada española como las maniobras de los dirigibles sin arriesgar vidas humanas. En sus escritos Leonardo manifestaba su verdadera dimensión: "el telekino es, en suma, un autómata que ejecuta las órdenes que le son enviadas por medio de la telegrafía sin hilos”. Efectivamente, el telekino se convertía en el primer autómata electromecánico de la historia.

En 1913 presenta una nueva patente, probablemente la primera en todo el mundo en el ámbito de la ingeniería aeronaval: el buque-campamento, un barco porta-dirigibles. Y su binave, origen de los catamaranes modernos. En 1913 completa la obra cumbre de la historia de la Ciencia y de la Técnica española con los Ensayos sobre Automática. En ella Torres Quevedo crea una nueva Ciencia, la Automática y sus ajedrecistas fueron los primeros autómatas dotados de inteligencia artificial y su aritmómetro electromecánico, se adelantó en varias décadas a todos los pioneros de la informática del siglo XX, tanto a los teóricos de la computación como a los constructores de los primeros ordenadores.

En 1914 se constituye la Sociedad "Transbordador español del Niágara" para la construcción en Canadá, sobre el río Niágara (algunos kilómetros aguas abajo de las cataratas) del primer teleférico para pasajeros de Norteamérica. Proyecto, técnica, empresa constructora y capital totalmente español, con barquilla, cables, motores y accesorios construidos en España. Todo ello en plena Primera Guerra Mundial. El transbordador del Niágara se inauguraría el 8 de agosto de 1916, constituyéndose para su explotación The Niagara Spanish Aerocar Company, que sigue en funcionamiento en la actualidad.

En su trayectoria profesional destacan varios títulos de renombre. El rey Alfonso XIII le concedió la Medalla Echegaray, fue elegido presidente de la Sociedad Matemática Española y la Sorbona de París lo nombró Doctor Honoris Causa. Difundió también el esperanto. El 18 de diciembre de 1936, a falta de diez días para cumplir los 84 años, muere en Madrid. Toda Europa se quedó huérfana y de luto.