Francesc Miralles: "No me ha gustado la serie ‘Adolescencia’"
El motivador de ‘Si amanece’, Francesc Miralles, aborda esta etapa vital desde otro prisma a partir de los contenidos audiovisuales

Francesc Miralles: "No me ha gustado la serie ‘Adolescencia’"
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A partir de libros, películas y series como 'Adolescencia', de la que ya hablamos la semana pasada, se aborda esta etapa vital que nos persigue, en mayor o menor medida, durante buena parte de nuestra vida.
Frente a tantos contenidos audiovisuales que narran esta difícil fase, Francesc Miralles, motivador de 'Si amanece', se pregunta por qué relacionamos la adolescencia con una crisis existencial. Lo cierto es que este suele ser un momento de pérdida y confusión. Pérdida, sobre todo, porque dejamos atrás la ingenuidad y protección de la infancia para entrar en el mundo de los adultos, que no comprendemos ni aprobamos.
No obstante, para profundizar en ello, Miralles opta por recuperar un par de pasajes del ensayo 'La sociedad vulnerable' (Ned Ediciones, 2025), de Marino Pérez Álvarez.
En primer lugar, el motivador destaca las redes sociales como aquellos espacios en los que se coexiste juntos, pero solos. El ensayo incide, precisamente, con la siguiente declaración: «El mayor malestar derivado de las redes sociales es la soledad, el sentirse ‘desconectado’ y solo de tanto estar conectado. ‘Solos juntos’ (alone-together), muchedumbres solitarias, tal es la vida y experiencia de los usuarios más empedernidos de las redes sociales».
En relación con estas plataformas, hay evidencia de que, efectivamente, están contribuyendo a la crisis de salud mental de toda una generación que se ha criado y socializado enganchada a ellas, como muestran los estudios. Y se entiende por qué: la lógica de su funcionamiento obedece a un diseño orientado a captar la atención y fomentar la adicción por medio de resortes como los likes, el deslizamiento continuo de la pantalla (o scroll) y las notificaciones.
Miralles, a partir del ensayo de Pérez Álvarez, recalca que las redes sociales ponen en juego una serie de recursos que invitan a sus usuarios a compararse con otros mediante datos cuantificables, a la vez que los lleva a la autoatención y a la envidia. Estos recursos producen malestares como ansiedad, depresión y soledad en los más enganchados.
Los sentimientos de envidia y comparación constante a través de las redes enlazan a la perfección con la siguiente cita del autor de 'La sociedad vulnerable': «De un lado, la presentación de uno en las redes sociales supone una selección de aspectos de la vida cuidadosamente elegidos, dispuestos y filtrados. Aunque la presentación de la persona en la vida cotidiana […] siempre implica ofrecer la mejor impresión, en las redes sociales la impresión se presta a una falsificación, por así decir, impune, al no estar uno dando la cara en tiempo real ante los demás, como sí sucede en la vida cotidiana».
Además, Pérez Álvarez añade que «la presentación en las redes (perfil, imagen, la mejor versión) sin la interacción cara a cara nos convierte en una suerte de avatares o robots». A esto se suma una continua comparación con el resto, de la que emerge la sensación de que los otros son más felices que uno mismo a tenor de sus exhibiciones (experiencias, fotos, likes).
De la comparación social —los otros más felices— y del lanzamiento de la mejor versión —el yo ideal— resulta el sentimiento de una doble distancia: de los demás y de sí mismo. El autor del ensayo resalta que «sentirse distanciado de los demás y de uno mismo define el sentimiento de soledad en la muchedumbre online, la paradoja de estar conectado y sentirse desconectado».
¿Y si la adolescencia no es pasajera?
Para terminar, Miralles le dedica una mención especial a los eternos adolescentes, aquellos individuos que postergan esta etapa vital bajo el llamado «síndrome de Peter Pan».
Este síndrome se caracteriza por la inmadurez en ciertos aspectos psicológicos y sociales, por una personalidad inmadura y narcisista. El sujeto crece, pero su infancia o adolescencia permanece a lo largo del tiempo.
No obstante, para identificarlos, el psicólogo Antoni Bolinches matiza cinco rasgos comunes a los eternos adolescentes: mantener un alto grado de necesidad afectiva, poseer un exceso de egocentrismo y narcisismo, tener una escasa resistencia a la frustración, desarrollar poco la capacidad de autocrítica y, por último, presentar dificultades para aceptar relaciones simétricas con el otro sexo.