Pedro Sánchez tiene que ir más allá de lo anunciado si quiere recuperar algo de confianza y de credibilidad

Madrid

Es lunes, empezamos semana con las mismas preguntas con las que terminamos la semana pasada. El PSOE no ha salido todavía del shock producido por la implicación de Santos Cerdán en lo que hasta ahora era solo el caso Koldo o el caso Ábalos y que ahora ya es el caso de los tres.

Los tres protagonistas del escándalo de corrupción que atenaza al PSOE y que deja al presidente Sánchez al borde del abismo. Nada más hemos sabido de él, después de su compungida comparecencia del jueves por la tarde, en la que intentó que la petición de perdón, el cortafuegos de la dimisión de Santos Cerdán, el anuncio de cambios en la Ejecutiva del PSOE y de una auditoría externa fueran suficiente para calmar a todo el mundo. Pero nada más lejos de esto.

La inquietud crece dentro del Gobierno, de los socialistas, de los socios y también entre todos aquellos que sin ser socialistas se alegraron de que una moción de censura apartara del poder a un partido, el PP, entonces infectado de corrupción. Y se alegraron porque por primera vez salía adelante una moción de censura en democracia, con la promesa y el compromiso de regenerar la vida pública, de acabar con las prácticas corruptas que hasta entonces habían afectado, en diferentes periodos, a los dos principales partidos. Por eso se ganó y por eso Pedro Sánchez consiguió reunir a su alrededor los votos necesarios para acabar con el mandato de Mariano Rajoy, primero, y para convertirle en presidente en las elecciones posteriores.

Es ese presidente, Pedro Sánchez, el que tiene que ir más allá de lo anunciado el jueves si quiere recuperar algo de confianza y de credibilidad. Es imposible querer agotar la legislatura en estas condiciones, con un presidente que se rodeó en lo más próximo de los corruptos más cutres, más chuscos y más soeces. Él es el responsable de que ocuparan los cargos que ocuparon.

Con él al frente del Gobierno se ha producido la ruptura de la confianza con unos ciudadanos, que vuelven a presenciar, asombrados, el enésimo caso de corrupción política. Por eso de él se espera otro tipo de reacción. La espera su gente, la gente y los socios de gobierno y de investidura. Pedro Sánchez no debe confundirse con la cautela que estos socios han demostrado hasta ahora.

Así que es lunes, solo es lunes, queda todavía mucha semana por delante, pero la reacción de Pedro Sánchez no debería demorarse mucho, porque cada minuto que pasa ya es tarde para recuperar una confianza que tiene que ser vital si quiere, como dice, agotar esta frágil legislatura.