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Un paseo (friki) por los récords con comida: ¿fascinación o vergüenza ajena?

La primera edición del libro Guinness de los Récords se publicó hace justo 70 años

La mujer con la boca más grande del mundo. / Guinness World Records

La mujer con la boca más grande del mundo.

Madrid

El libro Guinness de los Récords, que acaba de cumplir 70 años, tiene su propio récord Guinness: es la obra (con derechos de autor) más vendida de todos los tiempos. Pero, aunque todo el mundo ha oído hablar de las gestas que certifica, su origen es poco conocido.

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"La idea surgió a principios de los años 50, cuando Sir Hugh Beaver, director general de la cervecería Guinness, asistió a una fiesta de caza en el condado de Wexford. Allí, él y sus anfitriones discutieron sobre cuál era el ave de caza más rápida de Europa y no lograron encontrar una respuesta en ningún libro de referencia", detalla la organización en su página web.

Fue esa disputa la que inspiró la edición de un libro que resolviera pequeños conflictos "de pub". Una recopilación de datos curiosos y pequeñas gestas (algunas, bastante frikis) que, con el tiempo, les ha convertido en una autoridad en la materia.

Pulpo, queso, jamón y longaniza

Pero, aunque en el Libro Guinness de los Récords incluye todo tipo de proezas, su conexión inicial con la gastronomía se mantiene. En España, por ejemplo, el restaurante Casa Botín, fundado en 1725, figura en el Libro Guinness de los Récords como el más antiguo del mundo. Su horno, de hecho, ¡tiene una historia legendaria!

España también puede presumir de haber contribuido con el bocadillo de jamón más largo (765 metros), la tapa de pulpo más grande (casi 600 kilos) o la parrilla más enorme (25 metros cuadrados, con más de un kilómetro de Longaniza de Graus).

También el queso más caro del mundo (36.000 euros, en 2024). Este domingo, de hecho, se espera batir un nuevo récord durante la subasta del Certamen de Cabrales, en Asturias.

Pero hay récords gastronómicos de todo tipo: la burbuja de chicle más grande, la mayor cantidad de leche ordeñada en un minuto, la heladería con más sabores... ¡La cuenta de YouTube del Libro Guinness de los Récords está llena de pequeños tesoros!

Ante ciertos platos, como la hamburguesa más cara del mundo (la del holandés Robbert Jan De Veen costó 5.000 euros), por ejemplo, ¿quién no ha querido tener una boca tan grande como la de la estadounidense Marie Pearl Zellmer Robinson (7,59 cm)?

También hay quien lo da todo abriendo nueces con la boca o con el codo (lo del pakistaní Muhammad Rashid es verdaderamente espectacular), reventando sandías con sus muslos... o pegándole bocados a unas manzanas, mientras hace malabarismos con ellas (¡y sin que se le caigan!).

Al cocinero canadiense Wallace Wong, conocido como Six Pack Chef, se le da tan bien cortar verduras y hortalizas que atesora varios récords de velocidad: ajos, tomates, apio, pimientos... También lo puede hacer, además, ¡con los ojos tapados!

Hay quien destaca por su resistencia, como la cocinera australiana Evette Quoibia, que se pegó 140 horas, 11 minutos y 11 segundos cocinando sin parar. Y agricultores que compiten con hortalizas gigantes, como la calabaza de 1.246,9 kilos que presentó el estadounidense Travis Gienger en 2023.

También hay quien usa el récord con fines promocionales, como los autores del café con leche y hielo más grande del mundo (1.044 litros), y quien presume de engullir zumitos, chucherías, algodón de azúcar o troncos de Navidad.

Pero hay retos, como el de beber agua con pajita durante un salto mortal, que solo están al alcance de deportistas olímpicos...

¿Por qué lo hacemos?

De todas formas, ¿por qué el ser humano se empeña en batir tantos récords relacionados con la comida? "En primer lugar, no creo que todo esto tenga que ver directamente con la gastronomía, sino con temas de superación y con cosas que nadie ha hecho", asegura Francesc Xavier Medina, catedrático de Antropología de la Alimentación de la UOC.

"Partir sandías con las piernas no es algo muy gastronómico, pero usamos esos elementos porque son cotidianos y los tenemos a nuestro alcance", añade. "Estamos pensando constantemente en ellos y, al final, lo vemos como una operación: si un día me como una hamburguesa, mañana me puedo comer dos... y al final montar un concurso de cuántas puedes llegar a comerte sin morir".

La escritora Mercedes Cebrián, de hecho, recuerda que "cada 4 de julio se celebra una competición de ingesta de perritos calientes en Coney Island", ante lo cual siente "una mezcla de respecto y vergüenza ajena".

"Siempre he sentido mucho respeto hacia quienes se embarcan en misiones imposibles o muy difíciles, y cuanto más absurdas sean las misiones, mejor", explica. "La comida, curiosamente, se presta mucho a este tipo de misiones. Quien haya nacido en España, de hecho, ya está entrenado con las 12 uvas de las Campanadas de Nochevieja. Eso puede ser el principio de una gran gesta".

Carlos G. Cano

Carlos G. Cano

Periodista de Barcelona especializado en gastronomía y música. Responsable de 'Gastro SER' y parte del...

 

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