La pescadora más joven de Cataluña: "Si alguien quiere ser pescador, que me lo diga"

Sevilla

"La pesca es un oficio desvalorizado. Si alguien quiere aprender, no hay grados ni carreras", lamenta Alba Aguilera. Y una de las consecuencias de ese lento abandono, en su opinión, es que "la gente ya no mira lo que compra y ya no sabe lo que come".

Sabe lo que dice. Dejó su trabajo como camarera en una discoteca para convertirse en la cuarta generación de pescadores de su familia y, cuatro años después, lo reivindica con orgullo. "¡Mi padre me enseñó con tanta pasión! Uno quiere volver a donde ha sido feliz y yo lo llevo en la sangre. Es lo que siempre he querido ser, lo que soy ahora y en lo que me veo toda la vida".

A sus 24 años, Alba Aguilera es la única mujer que pesca en Barcelona y también la más joven de Cataluña. Porque, sí, "en Barcelona hay puerto, lonja y pescadores", recalca.

La prima y el alba

Reconoce que el trabajo es duro y asegura que "la mar no tiene horarios". El lunes pasado, por ejemplo, salió a pescar calamares de potera a las 7 de la tarde y no volvió hasta las 7 de la mañana ("la prima y el alba").

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"Sabes cuándo sales, pero no cuándo vuelves", dice sonriente en el backstage del congreso Auténtica Premium Food, donde ha hablado de su trabajo junto al cocinero gallego Iago Pazos.

El puerto está en el Moll del Rellotge, en el barrio de la Barceloneta y frente al Maremágnum. Un espacio desconocido por la gran mayoría de los barceloneses y que aún cuenta con una decena de de embarcaciones de arrastre y otras tantas de traíña (cerco). De trasmallo, en cambio, solo quedan dos: la suya y la de su padre.

Rape, sepia y salmonete

"Si alguien quiere ser pescador en Barcelona, que venga y me lo diga", explica. "La verdad es que aún no he conocido a nadie interesado en este oficio. Pero si trabajas, te ganas la vida. No te harás rico, pero puedes pagar un alquiler o una hipoteca... y comprarte un coche".

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La pesca con trasmallo se produce a pocos metros de la costa y sus presas cambian a lo largo del año. "Ahora empezamos con la lecha y el bonito, y luego vendrán el rape, la sepia, el langostino y el salmonete", explica.

Lo más cotizado, según cuenta, es el bogavante y la langosta, pero ya es muy difícil pescarlos en Barcelona porque, según dice, "en la zona en la que estaban ahora hay barcos mercantes".

"Yo no me puedo coger porque me dieron una ayuda para comprar mi primera embarcación", explica. "Pero a los pescadores, en general, nos ponen muchas trabas".

Su pescado favorito

Nieta de almerienses y cordobeses, Alba Aguilera trabaja "muchísimas horas", seis días a la semana. Al preguntarle si echa más 8 horas, le entra la risa: "Mas bien el doble". Para que el negocio prospere, de hecho, se plantea empezar a combinar la pesca con los tours turísticos.

Tiene una visión del mundo, en todo caso, que la distingue de buena parte de su generación. A muchas de sus amigas les entra ansiedad cuando pasan frente a una pescadería o, directamente, les da "asco" el pescado.

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A ella, todo lo contrario. "No como pescado en ningún sitio que no sea mi casa o la casa de mis padres", explica. "Y mi favorito es el gato, un pescado que casi nadie conoce y que casi nadie vende. Muchos pescadores lo tiran, pero a mí a veces me lo regalan porque saben que me encanta".

Su barco, por cierto, tiene 10,5 metros de eslora y se llama Ponte de Rande. "No le cambié el nombre porque dicen que da mala suerte. Aunque, bueno, también dicen que da mala suerte que haya mujeres a bordo".