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Convivir diez años después de Bataclan

Convivir diez años después de Bataclan

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Víctima de los atentados del 13N en París: "Nuestra democracia es muy frágil porque parte de la población está abandonada"

Claude Emmanuel, víctima de los atentados del 13 de noviembre de 2015 en París, dedica su vida a crear alternativas para los jóvenes excluidos de la sociedad. “Nunca he estado en el odio”, dice, y alerta del mal estado de la convivencia en Francia

París

Tendido en el suelo de la terraza del café ‘À la Bonne Bière’, en el distrito XI de París, con varios disparos en la pierna, el pie y el abdomen, Claude-Emmanuel Triomphe llamó a su hermana. Es periodista y estaba trabajando la noche del 13 de noviembre de 2015. “Estoy en el lugar de los hechos”, le dijo. Aunque aún no tenía noticias de los ataques simultáneos en la sala Bataclan y el Stade de France, estaba convencido de que lo que acababa de sufrir era un atentado terrorista.

Solo unos meses antes se había producido el atentado contra la revista satírica ‘Charlie Hebdo’. Claude-Emmanuel, que entonces tenía 57 años, temía que algo así se repetiría en cualquier momento. “Les dije a mis amigos que iban a tirotear un mercado o una estación”, asegura. Pero nunca imaginó una masacre semejante, y mucho menos que le pudiera ocurrir a él.

Aquella noche, de la que se cumplen hoy diez años, tres comandos de siete terroristas yihadistas armados con Kaláshnikov y cinturones de explosivos acabaron con la vida de 130 personas y dejaron más de 400 heridos en varios ataques coordinados. Pasadas las nueve de la noche se produjo la primera de tres explosiones en el exterior del Estadio de Francia, donde se encontraba el entonces presidente François Hollande a punto de ver comenzar el partido Francia-Alemania. Solo cinco minutos después, dos tiradores dispararon contra las terrazas de la zona de la Bastilla y otros se dirigieron a la sala Bataclan, tiroteando a su paso el café ‘À la Bonne Bière’ y otros bares y restaurantes próximos a la plaza de la República. Tres terroristas interrumpieron a tiros la actuación de la banda ‘Eagles of Death Metal’ y se atrincheraron sembrando el pánico hasta que irrumpió la policía dos horas y media más tarde y dos de los yihadistas se hicieron estallar matando a decenas de personas.

Homenajes en la reapertura del café À La Bonne Bière tras los ataques terroristas del 13 de noviembre de 2015 en Paris. (Photo by NurPhoto/NurPhoto via Getty Images)

Homenajes en la reapertura del café À La Bonne Bière tras los ataques terroristas del 13 de noviembre de 2015 en Paris. (Photo by NurPhoto/NurPhoto via Getty Images) / NurPhoto

Homenajes en la reapertura del café À La Bonne Bière tras los ataques terroristas del 13 de noviembre de 2015 en Paris. (Photo by NurPhoto/NurPhoto via Getty Images)

Homenajes en la reapertura del café À La Bonne Bière tras los ataques terroristas del 13 de noviembre de 2015 en Paris. (Photo by NurPhoto/NurPhoto via Getty Images) / NurPhoto

Estos atentados terroristas marcaron un antes y un después en la sociedad francesa, que está más polarizada desde entonces. “Cuando tienes a un ministro del Interior [Bruno Retailleau] que dice que la inmigración no es una suerte para Francia, es rechazar una parte importante de la población”, critica Claude-Emmanuel. Eso no ayuda a una convivencia que en su opinión está muy desgastada en el país. “Nuestra democracia es muy frágil, porque una parte de la población no se siente parte del sistema y se pone a seguir vías peligrosas, autoritarias o extremistas”, lamenta.

Ha reflexionado mucho sobre el trasfondo de los atentados yihadistas. Los terroristas eran todos “chicos jóvenes a quienes la sociedad no ofrece ninguna oportunidad y que creen en otras vías, por ejemplo, la yihadista”, advierte. Es una parte de la población discriminada, abandonada en ciudades con escasos servicios públicos, escuelas de bajo nivel, sin oportunidades laborales… Cree que la solución pasa por “crear alternativas”, y empezó a madurar esa idea durante las semanas que pasó recuperándose en la cama del hospital.

Claude-Emmanuel quería impulsar ese cambio en la sociedad. Jóvenes, democracia y compromiso cívico iban a ser los tres pilares de su proyecto. Funcionario recién jubilado, ha dedicado su vida al Trabajo. Los últimos 15 años estuvo viajando por Europa, dirigiendo proyectos internacionales relacionados con la formación para el empleo. Ya tenía pensado terminar ese ciclo pronto y el atentado precipitó sus planes.

Alejarse del odio

Hace una década, vivía cerca de la Plaza de la República, en una zona céntrica de París, llena de bares que solía frecuentar y una variada oferta cultural. Eso le atraía de su barrio, la vida y el ambiente. Pero tras el ataque no soportaba volver a pisar esas mismas calles. Aún hoy no ha sido capaz de acercarse a la terraza en la que le dispararon. “Lo intenté tres veces y tres veces mi cuerpo se bloqueó 200 metros antes de llegar y no podía avanzar”, confiesa. Así que su proyecto pasaba primero por “huir de París”, aunque no sabía a dónde. Poco después acabó encontrando en Marsella lo que buscaba.

En 2020 empezó a poner en marcha en esa ciudad del sur de Francia, su hogar actual, los primeros proyectos para la integración de jóvenes con su propia asociación, ‘Citizens Campus’. “Hay una parte de gente joven abandonada, sin empleo, marginalizada”, insiste. “Quería encontrarlos y permitirles desarrollar sus propios compromisos para tener voz en la sociedad y encontrar su camino”. Para Claude-Emmanuel, “el compromiso cívico es la base de una democracia viva”.

Cuenta, emocionado, la transformación radical que ha visto en ocho chicos con los que ha trabajado. Llegaron desganados, “muy perdidos”, y en seis semanas cambiaron por completo. Ya eran “capaces de tomar la palabra en público, de expresar sus opiniones”, incluso escribieron poemas sobre su experiencia. Eso le hace feliz, “feliz de estar vivo”. Ser útil a la sociedad es lo que le ha movido toda la vida y lo que ahora le ayuda a seguir adelante, todavía arrastrando el trauma y algunas secuelas físicas. Tiene el nervio ciático seccionado y un pie paralizado que no le impide caminar “hasta 20 kilómetros al día”, celebra. “No está mal”.

“Nunca he estado en el odio”, asegura. Incluso después del atentado, su reacción fue intentar buscar al ser humano tras el terrorista. “Los medios hicieron el retrato de un robot yihadista que quería matar”, dice, pero necesitaba entender qué le llevó a hacer algo así. En el juicio contra el único atacante vivo, Salah Abdeslam, Claude-Emmanuel trató de hablar con él y aún sigue en contacto con su abogada con la esperanza de poder hacerlo algún día.

 

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