"No es alimentarte, es que te llegue más adentro": probamos el menú de Disfrutar y descubrimos que la emoción también se come

Barcelona

Disfrutar se convirtió en 2024 en el mejor restaurante del mundo. Pasó a estar en la lista de restaurantes excelsos compuesta por los establecimientos que han llegado a la primera posición de la clasificación 50 Best. Solo otros dos restaurantes españoles habían alcanzado ese estatus antes: El Celler de Can Roca y El Bulli. Un año después, la resaca de esa distinción se sigue notando. En la puerta, una madre y una hija venezolanas se hacen una foto. "Es que va a ser una comida especial", dicen con emoción mientras posan. La misma que tenemos el grupo de periodistas que hemos sido invitados por la Generalitat para vivir esta experiencia y celebrar que Cataluña ha sido la Región Mundial de la Gastronomía este 2025.

"Emociones" es una de las muchas palabras que aparecen en la hoja que entregan nada más sentarse a la mesa. "Sensaciones que puedes llegar a percibir", explica el chef Oriol Castro, artífice —junto a Eduard Xatruch y Mateu Casañas— de todo lo que sucede en ese local a partir de ese momento. Se conocieron en El Bulli hace muchos años y mantienen la esencia creativa de su paso por allí. "Menos es más", "sintetizar", "minimalismo" también aparecen en ese papel como toda una declaración de principios. "Sorpresa", "ilusión" y "diversión" son con las que seguramente se queden la mayoría de comensales.

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Comida que se degusta con los cinco sentidos

Desde el momento en el que uno se sienta en una mesa en Disfrutar, los cinco sentidos entran en juego. El particular sonido del brindis con unas copas, el olor del rocío de las rosas al caer en las manos, efectos ópticos que te hacen paladear, el sabor a bosque, el espejo en el que mirarse mientras se come, una lupa para buscar detalles en un plato... el nivel de detalle hace que cada presentación se reciba con una ilusión que, al llegar al sentido del gusto, se potencie.

La comida, en cualquier caso, es la protagonista. Imposible olvidar algunos bocados que aúnan sabor, textura y presentación. Desde macarrones carbonara sin macarrones a sandwiches de gazpacho, un huevo de oro, calçots deshidratados o un pan chino con crema agria y caviar, pasando por las consabidas esferificaciones. Increíble también que un plato con distintos tallos despierte tantas emociones. Emoción, emoción, emoción. La emoción también se come.

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Dos menús y una mesa viva

Abrieron hace 11 años y la pandemia supuso un antes y un después en cuanto a racionalización de horarios. Concentran desde entonces el servicio en dos turnos, uno a las 12:30 y otro a las 19:15 horas. Teniendo en cuenta que los menús están pensados para disfrutar durante tres horas, esta nueva distribución les ayuda a acortar la jornada laboral a un personal que dobla a los clientes que se sientan en la sala.

Actualmente, se pueden degustar dos menús por 315 euros: Menú Disfrutar Classic, compuesto por creaciones que se han convertido en "clásicas" del restaurante, y Menú Disfrutar Festival, con propuestas de esta última temporada. Ambos se pueden complementar con maridaje por 170 euros.

Hay una tercera opción todavía más especial que solo pueden disfrutar entre cuatro y seis comensales y que han llamado Mesa Viva. Una vivencia en la que la mesa diseñada por Merche Alcalá es la protagonista: "En sala hay gente que se emociona pero aquí es muy elevado el porcentaje de gente que se puede emocionar. Es una experiencia que te puede llegar a tocar el corazón. Al final no es alimentarte, es que te llegue más adentro", explica Castro mientras enseña los rincones escondidos de esa mesa única.

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Esencia mediterránea en el centro de Barcelona

Disfrutar está en el centro de Barcelona y como cuentan los chefs, es como una prolongación del Mercado del Ninot que tienen enfrente. Su esencia mediterránea está muy presente en el espacio. Nada más entrar se pasa una zona sombría de barra y un pasillo que atraviesa la cocina para llegar hasta un comedor luminoso con celosías cerámicas y donde predomina el blanco. Contiguo, un patio con plantas y suelo de madera, deja pasar la luz natural. Un refugio donde nada hace pensar que estás en mitad de una ciudad: "Cuando la gente acaba de comer se les invita a la terraza a tomar los cafés y los petit fours, y a veces la gente se va a las 10 de la noche, pero no pasa nada porque nosotros bajamos la cortina y se sigue. Esto es lo bonito porque al final no echas al cliente", cuentan Castro y Casañas desde ese lugar, orgullosos de haber conseguido ese espacio que tanto soñaron y que recuerdan a sus orígenes con Compartir en Cadaqués.

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Su proyecto no para de crecer. Haber conseguido las tres estrellas Michelin y ese número uno en la lista 50 Best no parece que les suponga una presión añadida: ellos siguen trabajando como siempre. "Aprovechamos los descansos, la Semana Santa, el verano y las navidades para repensar", dice Castro. Lo que significa que en realidad no hay descanso en esas tres mentes que hacen disfrutar a unos pocos afortunados cada día en su restaurante.