Náufragos y supervivientes

Si la política fuera un combate diríamos que Alfredo Pérez Rubalcaba ha perdido por aplastamiento. Le ha aplastado la realidad y eso que él ha sido uno de los políticos más sólidos de la España democrática, pero hay inercias, y herencias, contra las que no se puede luchar.

Su renuncia es relevante, además, porque puede suponer el final de trayecto para un modelo de hacer política desde la izquierda, un modelo así como muy hegemónico. Ya veremos. En cualquier caso, se han efectuado ya tantas lecturas de los resultados electorales de este domingo que me apunto a la metáfora marítima: podría ser la del Titanic pero casi prefiero la del Prestige.

Miren, creo que estamos rodeados de chapapote. Hace tiempo, mucho tiempo, que el barco de la crisis está soltando porquería en cantidades industriales. A bordo de ese barco viajan la codicia, la especulación, la desigualdad, la corrupción, el clientelismo, la soberbia, la xenofobia... también el miedo, la desafección, el cabreo... y en mitad de ese panorama tenemos dos imágenes de supervivencia: la derecha, que emerge como una roca, manchada, sucia, con moho, pero ahí sigue, de momento, y la izquierda que es como aquel pajarillo con las alas negras que no puede levantar el vuelo y que transmite una enorme sensación de fragilidad.

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Ese podría ser un resumen no ya de las elecciones, que también, sino de lo que le está ocurriendo a Europa. Quizá por eso, porque hay mucha gente harta de ver rocas contaminadas y aves que apenas vuelan, han empezado a proliferar otro tipo de imágenes.

Algunas son esperanzadoras, ilusionantes... otras dan mucho miedo. Pero está claro que nada será igual. Y la lección de ayer es que de nosotros, de los ciudadanos dependerá que la cosa acabe como hilillos finos de plastilina o como una catástrofe que lo acabe contaminando todo.

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