Una verdad simple
Habrá que conocer todos los detalles de la agresión a Mariano Rajoy antes de intentar comprender lo ocurrido, pero sea como sea, las imágenes son lo suficientemente duras como para provocar un profundo malestar y rechazo

Madrid
Impresiona ver la tranquilidad con la que un joven pegó ayer un tremendo puñetazo a Mariano Rajoy mientras daba un paseo por su ciudad natal, Pontevedra. Impresiona, porque no se trata del acto de una persona que está furiosa y que no puede contenerse sino, a la vista de las imágenes, de alguien que parece esperar su momento con calma y que, con toda premeditación, ataca al candidato popular. Es una violencia muy difícil de asimilar, que sobresalta precisamente por esa aparente arbitrariedad.


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Las campañas electorales españolas son pacíficas y esta se está desarrollando hasta ahora de la misma manera. El acto del menor pontevedrés, que al parecer solo tiene 17 años, no puede enmarcarse en ningún otro escenario que en la propia violencia del joven y, en todo caso, en sus propias circunstancias personales o familiares, de las que de momento no se sabe casi nada. No cabe descartar tampoco que el joven buscara solo repercusión mediática y cinco minutos de fama, por muy disparatado que pueda parecer. Habrá que conocer todos los detalles antes de intentar comprender lo ocurrido, pero sea como sea, las imágenes son lo suficientemente duras como para provocar un profundo malestar y rechazo. En democracia no está justificada la violencia. Es una verdad simple, que no debe encontrar ningún tipo de matización.

Soledad Gallego-Díaz
Es periodista, exdirectora del periódico 'EL PAÍS'. Actualmente firma columnas en este diario y publica...




