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Dcode Festival

Luces y sombras del Dcode más desconcertante

El festival madrileño, último gran evento musical del verano, reduce su apuesta por el indie en favor de propuestas masivas como Zara Larsson, Eagles of Death Metal o Mark Ronson

La cantante sueca Zara Larsson, durante su actuación en el Festival de Madrid DCODE. / J.P.GANDUL (EFE)

Madrid

La sexta edición del DCODE pasará a la historia como la del giro estilístico que, teniendo en cuenta la pobre acogida del público (casi 10.000 personas menos que hace un año), quizá no acabe durando demasiado. Y es que el indie, hasta ahora seña de identidad del festival, ha quedado reducido y (salvo excepciones) relegado a horarios marginales. Belako y León Benavente, dos de las bandas más importantes de este 2016, ¡tocaron a las 13:10 y a las 14:10!

Resumen del DCODE 2016

10:05

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"Gracias por venir a esta hora", dijo Abraham Boba justo antes de tocar Ánimo valiente. "Supongo que todos nos preguntamos por qué. Nosotros también". Y es que no están acostumbrados a tocar Aún no ha salido el sol a las tres de la tarde y con el 80 % del público aún en casa.

La letra de Habitación 615 dice: Y pienso en cuando nos dicen que aprovechemos, que no sabemos cuánto duraremos. Pero León Benavente ha vuelto a demostrar que canciones como Las ruinas, Tipo D o La Ribera funcionan a cualquier hora del día y, sobre todo, que ya cuentan con dos himnos de la década: Ser brigada y Gloria, una por disco. Así que, de momento, no hay de qué preocuparse.

El guitarrista de Belako no tardó ni media canción en bajar a tocar delante del público.

El guitarrista de Belako no tardó ni media canción en bajar a tocar delante del público. / C. G. CANO

Justo antes habían tocado Belako, un cuarteto de postadolescentes vascos que, por momentos, parece poseído por Nirvana. Y es que, si la escucha de Hamen (su segundo disco) ya resulta sorprendente, ver cómo lo interpretan en directo supone la confirmación de que estamos ante una de esas cosas que solo pasan una vez cada mucho tiempo.

Los problemas técnicos (el bajo dejó de oírse, de repente, "justo en el mejor momento" del segundo tema) redujeron el track list a menos de 10 canciones, pero Sinnerman, Sea Of Confusion o Track Sei bastaron para desplegar su potencial. ¿Cómo hubiese sido si, en vez de tocar en horario infantil, lo hubiesen hecho en prime time?

Una vez finiquitados los platos fuertes de primera hora, buena parte del (escaso) público optó por refugiarse del sol junto a los food trucks, en el concierto de los prometedores Noise Nebula o a la sombra de cualquier cosa, aunque tal decisión implicase ver muy de lejos a Cintia Lund.

Los londinense Bear's Den (16:10) consiguieron empezar a atraer algo más de público, sobre todo guiri. Y es que en su repertorio cuentan con canciones tan bonitas como Above the Clouds of Pompeii, pero su mayor virtud es también su mayor defecto: se parecen mucho a The Lumineers (Ho Hey), Fleet Foxes o Bon Iver, pero no lo son...

M. Ward fue, con sus canas, sus solos de guitarra y su voz desgastada, el encargado de contentar a los aficionados al rock americano de toda la vida. Quizá dentro de 20 años hablaremos de este músico de Portland como hoy lo hacemos de Neil Young o Tom Waits. Y quizá en su próxima visita a Madrid no le vuelvan a programar a las cinco de la tarde.

Sesión de tarde para todos los públicos

La actuación de Jimmy Eat World fue como si, de repente, se hubiese acabado el DCODE al que estábamos acostumbrados desde 2011. Empezaba otro, eso sí. Y fue a ese otro al que se acercó la mayor parte de la gente. La noruega Dagny, por ejemplo, hizo bailar a todo el público del Escenario Complutense con hits tan respetables como Fool's Gold o Fight Sleep. Pero los primeros conciertos masivos del día fueron los de Oh Wonder y, sobre todo, Eagles Of Death Metal.

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Fool's Gold, de Dagny, una de las más bailadas del festival. / C. G. CANO

Siempre tendremos la duda de si Eagles of Death Metal habría tocado en el festival de no haber sido por la tragedia de la sala Bataclan de París, pero nos alegra mucho haberles descubierto. Se notaba que el cantante, Jesse Hughes, estaba encantado con tocar en el Madrid y, de vez en cuando, hablaba largo rato entre canción y canción. Que si las españolas le volvían loco, que si olía a "incienso"... Mucho sentido del humor a pesar de los problemas técnicos del principio. Quizá lo único malo es que alargaron excesivamente algunos temas y el concierto perdía ritmo.

La mexicana Carla Morrison sorprendió con su mezcla de vozarrón folklórico (a lo Silvia Pérez Cruz) acompañado de bases de post-rock o dubstep. Hiperactiva y desacomplejada, su actitud sobre el escenario también recordaba a Beth Ditto, de Gossip. ¡Todo un descubrimiento!

Morrison le dedicó Déjenme llorar a su amigo Enrique Bunbury, pero más tarde acabó acompañando en el escenario a Love Of Lesbian para cantar Domingo astromántico a dúo con Santi Balmes, quien la presentó como una de sus voces preferidas.

La sueca Zara Larsson y sus coreografías a lo Madonna / Rihanna / Britney Spears llenaron el escenario DCODE 2 al anochecer y es que el aval de Lush Life, con sus más de 460 millones de escuchas en Spotify, le había situado como cabeza de cartel. Si la organización vuelve a aplicar esta receta, el año que viene podría traer a Justin Bieber...

Cuando sí me ves

La filosofía del DCODE entronca a la perfección con la historia vital de Love Of Lesbian, cuyas Maniobras de Escapismo sedujeron al público indie ya en 2007, y ahora llevan unos cuantos años gustando a todo el mundo y, por extensión, batiendo récord de kilómetros.

Los festivales de verano en España no tendrían sentido sin hits como Club de fans de John Boy, Algunas plantas o Cuando no me ves. La lástima es que por el camino se hayan ido quedando esas canciones clase media-alta que les han hecho grandes. Su concierto se le hizo corto a todo el mundo y se despidieron con un guiño a Supersubmarina con Purple Rain, de Prince, de fondo.

La actuación de Kodaline, unos dignos teloneros de Coldplay, sirvió para que mucha gente se apartara de los escenarios para coger fuerzas y prepararse para Bunbury, el plato fuerte. Todavía a esas horas había niños disfrutando del festival.

Bunbury, me calaste hondo

Enrique Bunbury se ganó el trono de honor de la noche. No vamos a hablar de su carisma una vez más porque ya se da por hecho pero sí de la gran selección de temas que escogió para el festival. Nada más empezar el concierto prometió hacer un recorrido por todas las épocas de carrera y lo cumplió. Resumió esos 30 años en poco más de una hora.

Bunbury, actitud las 24 horas del día

Bunbury, actitud las 24 horas del día / J.P.GANDUL

El tiempo en Héroes del Silencio estuvo representado con temas como Iberia Sumergida, Avalancha, Mar Adentro y hasta Maldito Duende. Todo acompañado de posturas imposibles y llamando al público de usted continuamente. Sus éxitos en solitario completaron un set list perfecto. Temas como Infinito, Que tengas suertecita, El club de los imposibles, Sí, El extranjero o Lady Blue hacían que cada vez que sonaban los primeros compases el público exclamase "¡oooooh!" Porque el público de Bunbury da para hacer un reportaje aparte y anoche no pudieron salir más satisfechos.

Fin de fiesta

De nuevo el festival daba un bandazo y pasaba de Bunbury a Jungle. El soul de los londinenses apaciguaron un poco los ánimos pero verles sonreir y bailar en el escenario contagiaba al público. Para quien quisiese sonidos más contundentes a esa hora de la noche -ya estamos hablando de casi la una de la madrugada- Triángulo de Amor Bizarro tocaba en la carpa del festival. Una carpa que se quedaba pequeña para un grupo como ese a una hora como esa. Quedaba patente de nuevo que el indie en castellano estaba relegado a un segundo plano en el festival.

El final de la noche era para la electrónica. 2ManyDjs, que pincharon hasta a Chimo Bayo, Mark Ronson, que no olvidó sus temas con Bruno Mars y Lady Gaga, Independance Djs y Delorean despidieron el festival y despidieron, de alguna forma, el verano.

 
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