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Historia | Ocio y cultura
CLEOPATRA VII

La mujer oculta tras el mito

Es muy difícil encontrar a alguien que no haya oído hablar de Cleopatra o que no haya visto alguna de las numerosas películas que se han hecho sobre ella. Sin embargo, la Cleopatra real está lejos de la sublime Elizabeth Taylor que se paseaba por aquel Egipto atemporal de la mítica Cinecittà.

Busto de Cleopatra / Galería del Antiguo Egipto en el Museo Real de Ontario (ROM)

Madrid

Esta imagen de la mujer seductora y manipuladora que se ha perpetuado a través de los siglos bebe directamente de la propaganda que Octavio elaboró hábilmente en el s. I a.C. Su objetivo era presentar a Cleopatra como el peligroso enemigo al que había que enfrentar y derrotar si los romanos no querían ser sometidos y esclavizados por ella como había hecho ya con Antonio. De esta forma, Octavio pretendía legitimar su posición y sus actos y enmascarar la realidad. Es decir, presentar lo que era una guerra civil entre dos romanos, Octavio y Antonio, por el control de Roma, como una contienda contra una potencia extranjera, en este caso Egipto, y contra su reina.

SER Historia: La tumba de Cleopatra (13/11/2016)

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Esta visión octaviana quedó magníficamente plasmada por la pluma de algunos de los mejores escritores de la Antigüedad como Horacio, Virgilio y Propercio y repetida hasta la saciedad por aquellos que les siguieron. Fue Plutarco quien dio la pincelada definitiva a la creación del mito al añadir un matiz de romanticismo y tragedia a la historia de los dos amantes, mostrando a una Cleopatra frágil y devastada que suplicaba ante la tumba de Antonio.

Irónicamente, Octavio, a través de su relato de ambición, lujuria, riqueza y exotismo, creó un personaje tan fascinante que no sólo garantizó la fama eterna a Cleopatra, sino que la convirtió en alguien mucho más conocido que él mismo. Esta figura, que ha resultado irresistible para todos a lo largo de dos mil años, sigue levantando grandes pasiones hoy día. Sólo hay que ver su constante presencia de en la cultura popular y el interés que despierta cualquier noticia relacionada con ella para constatar que Cleopatra ha ganado la batalla final a Octavio, la de la inmortalidad.

Es el mismo embrujo que ha alentado a los arqueólogos a buscar el mausoleo donde Cleopatra reposa y cuyo descubrimiento, de llegar a producirse, superaría al del mismo Tutankhamon. Son dos las expediciones que trabajan en esta tarea: Kathleen Martínez en las arenas del desierto en Taposiris Magna y Frank Goddio bajo las aguas de Alejandría, lugar en el que ya ha encontrado su palacio y donde las fuentes literarias antiguas situaban la tumba.

Gracias, precisamente, a los hallazgos arqueológicos de los últimos siglos la verdadera Cleopatra ha regresado del olvido. Sus esculturas, relieves, monedas y documentos muestran las facetas que el mito había ocultado como su labor al frente de Egipto, su papel en la religión y la administración o las construcciones que llevó a cabo. Todo ello retrata a un personaje muy diferente al que creó Octavio, más real y más humano.

En definitiva, Cleopatra era una figura política con sus luces y sus sombras, cuyas acciones se enmarcan y se comprenden dentro del contexto político y militar del momento; una reina que intentó mantener a Egipto lo más independiente posible del control romano, devolverle la gloria pasada y convertirlo, de nuevo, en un país próspero y relevante en el panorama mediterráneo; una madre preocupada hasta su último día por el bienestar y el futuro de sus hijos y una mujer culta que fomentó el arte y la cultura en todas sus manifestaciones.

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