O mejoramos la predicción o morimos
Hay que preocuparse por el continuo error de las empresas demoscópicas, que viven fracaso tras fracaso sin que nadie sepa bien explicar el porqué de tal desastre. A todos nos conviene que encuentren pronto dónde está el fallo
EL OJO IZQUIERDO: 'O mejoramos la predicción o morimos'
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Madrid
Hace ya muchos años, allá en 1980, los militares uruguayos que regían aquel país convocaron un referendo para legitimar su indecente dictadura. Y lo perdieron.
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Quienes entonces ya escribíamos en los papeles, como este vetusto Ojo, adquirimos la costumbre de decir eres más tonto que un general uruguayo, que convoca un referendo y lo pierde. Pues ya ven ahora, casi cuarenta años después, en Gran Bretaña, Colombia o Italia los gobiernos, con todo a su favor, pierden las consultas populares.
Y no es de creer que Cameron, Santos o Renzi sean estúpidos. Habrá, por supuesto, explicaciones teóricas que cuenten mejor que esta humildísima tribuna qué puede ocurrir en cada país para que haya triunfado el "no".
Pero parece obligatorio prestar más atención a las herramientas de predicción que manejan los políticos. Es obvio que en todos los casos han fallado, primero, los numerosos y siempre bien pagados asesores de primeros ministros. Cero para todos ellos.
Pero en segundo lugar hay que preocuparse, y mucho, por el continuo error de las empresas demoscópicas, en este caso ampliable al fenómeno Trump, que viven fracaso tras fracaso sin que nadie sepa bien explicar el porqué de tal desastre. Los técnicos sabrán qué hay que corregir, pero a todos nos conviene que encuentren pronto dónde está el fallo, o los fallos.
Porque necesitamos guías y linternas para atravesar tan negras cuevas.