Compañeros de partido

A Coruña

Decía Giulio Andreotti que en política hay amigos íntimos, amigos, enemigos, enemigos acérrimos y compañeros de partido. Quizás por eso produce fascinación lo que ocurre en Podemos: hay dos amigos íntimos que además de eso son compañeros de partido. Ya sabes que a los amigos no los puedes mezclar con el dinero, no los puedes mezclar con el amor, y, como en el caso que nos ocupa, no los puedes mezclar con el trabajo.

Como se ha comprobado estos días, las tensiones en Podemos no acabarán con una votación. Pero no creo que el problema que existe en el partido sea cómo termine, sino cómo transcurre. Tampoco pienso que esto acerque a Podemos a la vieja política más que a la nueva política; hay alta política y altura de miras y hay baja política y golpes bajos. Lo que ocurre en Podemos es parte de esta última y tiene un significado poderoso para sus votantes y sus no votantes; tiene un significado poderoso para aquellos que vieron en Podemos -como escribió nuestra colega Lucía Méndez-, una herramienta que la gente encontró para votarse a sí misma. Ahora esa gente ya sabe que no sólo no se vota a sí misma sino a veces ni siquiera a sus representantes.

La campaña es una torpeza, la fecha elegida para la destitución de José Manuel López una torpeza mayor, y como Podemos puso de moda en la política las sensaciones, la sonrisa y el miedo, la sensación que se está dejando es de decepción. Y si uno elige el camino de las sensaciones sabe que se vota con miedo o con alegría, pero la tristeza deja a la gente en casa, como le ocurrió al PSOE.