Han pasado 40 años
Madrid
Han pasado cuarenta años y aún oigo el silencio abrumador de la multitudinaria manifestación de duelo que vivió Madrid en homenaje a los miembros del despacho laboralista de Atocha víctimas del terrorismo fascista. Un silencio que alivió a la ciudadanía y se convirtió en emblema democrático. Nunca, probablemente ni el 23 F, estuvo la transición tan cerca del desastre como aquellos días en que la matanza de Atocha agravó un escenario de alta tensión, con Oriol y Urquijo y el general Villaescusa secuestrados por el Grapo, y dos jóvenes muertos en manos de un militante de extrema derecha y de la policía. Fue la dolorida serenidad de la izquierda la que salvo la catástrofe. Comisiones Obreras y el todavía ilegal PC, indiscutibles protagonistas de la resistencia antifranquista, controlando la calle y decididos a no caer en las provocaciones, contribuyeron decisivamente a despejar el camino hacia la democracia. Y es justo reconocérselo.
El ministro de Asuntos Exteriores portugués Augusto Santos, expresó ayer en Barcelona su confianza en que el triunfo de Trump tuviera efectos negativos para la extrema derecha en el carrusel de elecciones que vivirá Europa este año. No sé si era una convicción o un deseo. Pero lo que es indudable es que Europa se la juega. La pinza de Trump y Putin amenaza la estabilidad de una Unión más en precario que nunca.
Las dudas de Obama, permitieron que Siria quedara en manos de una alianza entre enemigos: Rusia y Turquía, que se han convertido en potencias tutelares del conflicto. De esta situación una sola cosa es segura: los kurdos serán las principales víctimas.
Leo en “Como se hizo Trump” del periodista americano David Cay Johnston el principal consejo de Trump para triunfar en la vida y en los negocios: “Yo siempre igualo las cosas”. “Cuando te dedicas a los negocios tienes que tratar igual a la gente que te engaña. Tienes que engañarles quince veces más, tirarte a la yugular, ¡atacarlos a lo bestia! Y te sentirás muy bien”. Sin comentarios.
