SER HistoriaSER Historia
Historia | Ocio y cultura

El papel de Mata Hari en la Primera Guerra Mundial

Fusilada por espionaje, la bailarina de origen neerlandés prestó un singular papel durante la primera gran contienda mundial: prestó sus servicios para Francia y Alemania. Y lo hizo, además, levantando la expectación que provocaban sus espectáculos en la época. Madrid, París y Berlín fueron sus tablados... y sus centros de operaciones.

(Getty Images)

Madrid

En la madrugada del 15 de octubre de 1917, mientras en los campos de Francia continuaba la masacre de hombres en las trincheras de la guerra, una mujer de 41 años enfundada en un elegante vestido negro era fusilada en el bosque de Vincennes, a las afueras de París. Ahí terminaba la vida de Margaretha Geertruida Zelle y empezaba la leyenda de Mata Hari.

SER Historia: Mata Hari (12/01/2018)

01:54:27

Compartir

El código iframe se ha copiado en el portapapeles

<iframe src="https://cadenaser.com/embed/audio/460/001RD010000004871145/" width="100%" height="360" frameborder="0" allowfullscreen></iframe>

Seductora, bailarina, espía… lo tuvo casi todo, lujo, dinero y amantes, para vivir apasionadamente y morir joven. Tal vez no como ella la hubiera gustado, pero que “le quiten lo bailao”, nunca mejor dicho.

Viajó por toda Europa con sus actuaciones de danzas exóticas, incluida la capital de España, y una vez que estalla la Primera Guerra Mundial se dedica a un negocio mucho más lucrativo: al espionaje y no solo de un país, sino de dos. Y eso le acarrea dinero y disgustos. Es lo que tiene ser una agente doble.

El París de La Belle Époque, trasnochado y frívolo, resultó la sede perfecta para las aspiraciones y veleidades de Lady MacLeod, como hacía llamarse en esa época, utilizando el apellido de su marido del que ya se había divorciado. Pero una mujer con su ambición y carisma quiso ser algo más que una modelo o una simple cantante y bailarina de cabaret y se inventó un personaje. Montó un espectáculo como bailarina exótica, debutando en el Musée Guimet, dedicado al arte oriental, el 13 de marzo de 1905, con el nombre de Mata Hari, que en indonesio quiere decir “el ojo del día”, en referencia al sol.

El éxito llegó raudo y pronto se convirtió en uno de los actos preferidos de los parisinos, berlineses y madrileños (en ese Madrid de Alfonso XIII, con una España neutral en la guerra que era un nido de espías). Y con el éxito llegaron los amantes y los trabajos lícitos e ilícitos. Vanidosa, pretenciosa y exhibicionista, en muchas de las fotografías que se le conocen de esta época, se le ve ataviada con velos transparentes y poco más que un sostén con dos pequeñas placas de metal y joyas orientales en brazos y cabeza. Nunca enseñó sus pechos y tenía sus razones…

Su gusto por los soldados le atrajo la atención de hombres de alcurnia, políticos de renombre y militares de alta graduación, así como las sospechas de espionaje de Scotland Yard, de los servicios secretos alemanes y de la Deuxième Bureau, el servicio de inteligencia francés.

El 13 de febrero de 1917, Mata Hari fue arrestada en su habitación del Hotel Elysée Palace. El 24 de julio fue formalmente acusada de espiar para el enemigo y de causar al menos 50.000 muertes, con escasas pruebas, incluida algo de tinta secreta que ella afirmó ser parte de su maquillaje. El juicio dejó mucho que desear en lo que respecta a un proceso legal y el final ya lo sabemos… Su recuerdo no se ha perdido después de un siglo de su ejecución, no así su calavera de la que no sabemos su paradero desde 1958.

 
  • Cadena SER

  •  
Programación
Cadena SER

Hoy por Hoy

Àngels Barceló

Comparte

Compartir desde el minuto: 00:00