¿No se puede desatar lo atado y bien atado?

Madrid

La concesión del Ducado de Franco a su nieta, que el anterior ministro de Justicia dejó atado y bien atado en la misma jornada en que avanzaba la moción de censura que lo sacaría del Gobierno, ha suscitado una polémica cuyos límites exceden el caso concreto. El hecho de que el actual Gobierno “se disponga a estudiar” la posibilidad de su revocación ya indica que el automatismo en la concesión, que en el caso del Ducado de Franco llevó sólo seis días desde su muerte, no se corresponde con la rapidez en su revocación. Y quizás no sea por falta de voluntad sino por las lagunas legales que existen en este sistema anacrónico que nunca se ha puesto en duda porque se daba por hecho.

Pero los tiempos han cambiado y hoy parecen absurdas algunas premisas antes incuestionables. La primera de todas es que, aun dando por válida la pervivencia de estas dignidades parece ilógico que se puedan heredar cuando el merecedor ha muerto y sin conocer virtud alguna en el heredero. Y sobre el merecedor, parece contradiós que disfrute de dignidad en una democracia la memoria de alguien que la dinamitó. Así que quizás lo que convenga sea revisar todo el sistema que regula la concesión de estos títulos, anclado, salvo alguna excepción, en rancias leyes predemocráticas. Y lo de la duquesa vendría por añadidura.