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La Biblioteca de Alejandría

Este lugar era mucho más que una biblioteca, era un templo del conocimiento. Al Museum se le considera la primera universidad del mundo, aunque no se la denominara así, albergaba la biblioteca más grande del mundo antiguo y además con un catálogo de lo allí depositado (llamado pinakes)

SER Historia: La Biblioteca de Alejandría (25/11/2018)

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Madrid

En ella trabajaban sabios profesionales para investigar en un amplio abanico de materias: matemáticas, astronomía, anatomía, geografía, literatura y lenguas. Es decir, todo tipo de disciplinas. Fue precisamente aquí donde se trazó el primer mapamundi basado en los datos aportados por viajeros; aquí escribió Euclides su famosa obra Geometría, uno de los libros más influyentes en la Historia de la Humanidad.

La Biblioteca de Alejandría era un microcosmos que albergaba, por una parte, toda clase de libros, y por otra era un museo, un zoológico gigantesco, un botánico y un lugar donde se almacenaban toda clase de mapas, pinturas, grabados, artilugios y artefactos mecánicos. Constaba de diez grandes salas de investigación, cada una dedicada a un tema distinto, había fuentes y columnatas, jardines botánicos, salas de disección, un observatorio y una gran sala comedor donde se llevaban a cabo tertulias y discusiones críticas sobre los temas más variados. En Alejandría tenían cabida las Artes, las Ciencias, la Filosofía y cualquier aportación al conocimiento humano. Era un archivo de archivos.

Julio César tuvo el dudoso honor de encabezar la lista de incendiarios, aunque esa no era su intención. En el año 48 a. C. sus legiones tomaron Alejandría en su guerra civil contra Pompeyo tomando partido por Cleopatra VII en lugar de su hermano Ptolomeo XIII. Lo cuenta con detalle un hispano sobrino de Séneca, el historiador Lucano (39-65), en su obra Farsalia: Julio César, torpemente involucrado en las rivalidades dinásticas alejandrinas, y sitiado por mar por el general Aquilas (un antiguo centurión) en el palacio real de Lochias, a orillas del mar, en una estrategia temeraria mandó incendiar la flota de los ptolomeos, más de sesenta barcos anclados en el Gran Puerto oriental. El incendio se propagó rápidamente a los muelles, y de éstos a una parte de la ciudad real y a los depósitos de almacenaje del propio puerto donde, según Seneca, estaban apilados 40.000 rollos de papiros. Pero no fue Julio César quien destruye la Biblioteca. Tuvieron que pasar algunos siglos más para que el desastre se consumara…

 

 
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