The Cure absuelve al Mad Cool
La banda de Robert Smith repasa sus 40 años de carrera en el concierto estelar del festival
El certamen cierra su cuarta edición a lo grande, sin mayores quejas ni incidentes
Madrid
Por la cuarta edición del Mad Cool han desfilado, al menos, tres tipos de público. Los fans de The Cure, los que de vez en cuando se ponen Friday I'm In Love o Boys Don't Cry, y los que pasan de la música por completo. Pues bien, después de la floja afluencia del viernes, todos se dieron cita anoche en Valdebebas, poniendo a prueba las prestaciones de un recinto que, esta vez sí, ha funcionado a pleno rendimiento, luciéndose (por fin) con una jornada de grandes conciertos.
El gran reclamo del día (y del año), de todas formas, era The Cure. La banda británica lleva 40 años facturando hits y tocaba celebrarlo con un gran concierto de dos horas que repasara lo más destacado de su discografía. Todo un viaje en el tiempo con la década de los 80 como eje central del trayecto que permitió disfrutar de las diferentes etapas de la banda: la gótica, la pop, la post punk...
Con algo de retraso y bastante viento, el ya sexagenario Robert Smith prendió la atmósfera sin dar explicaciones. Pero el primer temazo no tardó demasiado en caer y el de Blackpool, tan magnético y despeinado como siempre, renovó el sentido de la letra de Lovesong: "Whenever I'm alone with you / You make me feel like I am young again". Un verso que, en traducción libre, podría significar: "Cuando estoy a solas con vosotros / Haceís que me sienta joven otra vez".
Más información
La intensidad del recital iba in crecendo y llegó a uno de sus puntos álgidos con una pletórica secuencia formada por Burn, Fascination Street, Never Enough, el brutal arranque instrumental de Push o la irresistible In Between Days, y culminada por el éxtasis ochentero de Just Like Heaven, que arranca con Robert Smith gritando "show me, show me, show me". Y miles de personas, de pronto, en la gloria.
Superada la hora de concierto, Play For Today sirvió para ir entrando poco a poco en la etapa más oscura de The Cure. Un viaje a sus inicios góticos que estalló con el bajo infeccioso de A Forest y que derivó en la densa distorsión, por momentos asfigsiante, de Shake Dog Shake o, ya para acabar, Desintegration.
Robert Smith estaba exhausto y se despidió del público sonriente, mostrando el gesto de la victoria y con la lengua fuera. Pero todo el mundo sabía que aun quedaba lo mejor. Siete bises en los que hubo de todo: karaoke colectivo con The Caterpillar, bailes a lo New Order con The Walk y, como colofón, una explosión de felicidad colectiva con Friday I'm In Love Me, Close To Me y el segundo single de The Cure, publicado en el lejano junio de 1979: Boys Don't Cry.
La Rosalía británica
La jornada final del Mad Cool era un auténtico caramelo para los melómanos más entrenados porque arrancó a las 18.10 con el guitarrista de los Smiths Johny Marr y acabó casi a las 5.00 con los interesantes Years & Years, pero en medio no dejaron de sucederse joyas del panorama internacional: Cat Power, Mogwai, Gossip... ¡Variedad y buen gusto!
Jorja Smith aún no ha alcanzado el estatus de Beyoncé, pero démosle tiempo. Consagrada con su primer disco (Lost & Found) como la definitiva sucesora de Amy Winehouse, la joven británica desplegó su vozarrón con una facilidad casi insultante y, escoltada por una banda capaz de alternar momentos de indie rock con otros cercanos al jazz, se movió por el escenario con naturalidad, transformando las melodías a su antojo: del rap al soul, pasando por el pop y la música de baile. Hay quien aún no se ha enterado, pero Jorja Smith ya es una estrella.
Quienes sí lo saben son Drake, Kendrick Lamar o Kali Uchis, con quienes ya ha colaborado. Y también los que corean temas como Tomorrow, Wandering Romance o Teenage Fantasy (segunda mejor canción de 2018 para Fuego y Chinchetas). Futuros clásicos llamados a acabar compartiendo recopilatorio con temas de Nina Simone, Aretha Franklin o Whitney Houston. Porque sí, está en ese nivel.
El clímax del concierto llegó con la tremenda Blue Lights, basada en un sampler de Dizzee Rascal, en la que reflexiona sobre la difícil relación entre la policía inglesa y los jóvenes de clase baja, con el racismo como trasfondo. Pero Jorja Smith es muy versátil (¿la Rosalía británica?) y también tiene una cara bailonga. De hecho, quizá sea esa su faceta más popular, gracias a On My Mind o Get It Together.
El embrujo de Jorja Smith tuvo consecuencias: perderse (casi todo) el concierto de Gossip. Pero la organización del Mad Cool se sacó de la manga una actuación sorpresa de Tomasito en la pista de los autos de choque. ¡Fiestón flamenco!
A la misma hora, sin embargo, tocaron también los estadounidenses Parquet Courts, quizá la banda más indie de todo el festival, tanto por pose como por sonido. Un grupo capaz de combinar el punk de Idles con canciones de lo más brit pop y también un extraño poder de seducción que solo dominan elegidos como The Wave Pictures. Tenderness o la pseudotropical Wide Awake merecen públicos mayores, pero si siguen facturando joyas como Total Football (cuarta mejor canción de 2018 para Fuego y Chinchetas), no hay de qué preocuparse.
Mención especial para el fiestote armado por los itañoles Delaporte, que supieron responder al premio del horario (justo antes de The Cure) con una actuación que por momentos parecía una sesión de entranamiento aeróbico. Los temas de su primer disco ganan enteros con la versión trance/ultramix que llevan a los directos y, además, el poder de Sandra Delaporte como agitadora de masas es incuestionable.
Pero el dúo tiene pendiente decidir qué quiere ser de mayor. Si en el futuro siguen recorriendo el camino explorado por canciones como Me encanta, Azul marino o Ni un beso, están llamados a marcar época. Pero si se dejan llevar por el cortoplacismo vacuo del mainstream maquinero, no habrán chispas que valgan.
Carlos G. Cano
Periodista de Barcelona especializado en gastronomía y música. Responsable de 'Gastro SER' y parte del...