La barbarie fascista no perdona a nadie por su sexo o edad

Por su propia naturaleza, una guerra civil siempre termina muy mal para el bando derrotado. La más reciente que tuvimos en España no fue, evidentemente, una excepción. El 1 de abril de 1939, el bando fascista se había proclamado ganador de la guerra civil que él mismo había empezado tres años antes.

Pero acabada la guerra, no murió la rabia. La represión duró muchos años y tomó muchas formas, y muchas de las heridas que abrió siguen sin estar bien cicatrizadas a día de hoy. Miles de personas fueron ejecutadas, y algunas de ellas adquirieron un valor simbólico que ha crecido con el paso de los años. Entre ellas, 13 chicas de entre 18 y 29 años que fueron fusiladas tal día como hoy, hace 80 años. Las 13 fueron fusiladas no por delitos de sangre, sino por su afiliación política: estaban afiliadas a las Juventudes Socialistas Unificadas. Las fusilaron en Madrid, junto con 50 compañeros masculinos, entre ellos un niño de 14 años.

Una de ellas, Julia Conesa, una modista de 19 años que se había afiliado a las Juventudes Socialistas por sus instalaciones deportivas, gritó antes de morir: “¡Qué mi nombre no lo borre la historia!”. Su súplica fue oída de inmediato, porque Europa vio especialmente atroz el fusilamiento de las 13 chicas. Después del franquismo, han protagonizado películas, dado nombre a calles y han sido recordadas en canciones de grupos como Barricada o Medina Azahara.

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