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La dictadura que mataba a picotazos

Hace 13 años, el argentino Jorge Julio López desapareció del mapa tras delatar al director de la policía de Buenos Aires

La dictadura que mataba a picotazos

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En la mitología griega, Prometeo trajo el fuego a los humanos y Zeus lo castigó de la siguiente manera: cada día un águila le arrancaba a picotazos el hígado y cada noche se le regeneraba el tejido. El hecho de saber lo que volvería a pasar era la peor tortura.

Algo parecido le pasó a nuestro protagonista de hoy, Jorge Julio López, el 18 de septiembre de 2006. Jorge nació en la ciudad argentina de General Villegas en 1929, de donde huyó en 1955, cuando la dictadura militar estaba persiguiendo a los que, como Jorge, simpatizaban con el peronismo.

Se mudó a un barrio de la ciudad de La Plata, al sur de Buenos Aires. Allí vio como su país intentaba volver a la democracia para finalmente, en 1976, volver a caer en la dictadura. Jorge fue uno de los detenidos por las fuerzas de seguridad al mando de Miguel Etchecolatz, el director de la policía de Buenos Aires y coordinador de los 21 centros de detención ilegal donde se torturaba, violaba y ejecutaba a las personas que el régimen consideraba peligrosas. Jorge pasó por cuatro centros y fue testigo de todo tipo de atrocidades. Por algún azar burocrático, sobrevivió. Tres años después de su detención, fue liberado.

Jorge calló durante años, pero fue acumulando material contra Etchecolatz y sus secuaces. Cuando por fin tuvo ocasión para declarar contra él, en el año 2006, lo hizo. Su familia, que nunca lo había oído contar lo que había pasado, lo escuchó entre lágrimas. Su sobrino había quedado con él el día 18 de septiembre para ir al tribunal. No lo encontró. Nuevamente lo habían hecho desaparecer, esta vez para siempre.

Etchecolatz fue condenado, pero no dijo nada sobre qué había mandado que hicieran con Jorge. Eso sí, fue fotografiado con una nota en sus manos que decía “Jorge Julio López: secuestrar”. Jorge tenía 76 años cuando tuvo que revivir su pesadilla.

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