El peligro de que tus soldados sean mercenarios
Hoy vamos a recordar una batalla que se puede decir que puso al descubierto algunos de los problemas del combate armado que se había estado librando hasta entonces
El peligro de ir a la guerra con mercenarios
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La guerra era un asunto muy distinto en el siglo XVI. El objetivo seguía siendo matar a tu enemigo, pero las tácticas, las armas y los soldados no tenían nada que ver con lo que nosotros asociamos con un ejército.
En 1522, el emperador Carlos V estaba enfrentado con su gran enemigo, Francia, y uno de los lugares en los que se disputaban la hegemonía europea era Italia. El rey francés, Francisco I, como era habitual en la época, tenía contratados a miles de mercenarios suizos para combatir a las fuerzas españolas.
Y el 27 de abril, el comandante de las tropas francesas, el Vizconde de Lautrec, se encontró con uno de los problemas de tener a un ejército cuya fidelidad principal era con el dinero: que sus hombres querían cobrar. Al no poder pagarles, los suizos exigieron un combate inmediato, y Lautrec se vio obligado a asaltar la posición española en la Villa Bicoca, cerca de Milán.
Allí se encontró con otro problema: que los lanceros suizos, que formaban la avanzadilla, se estaban enfrentando al fuego de los arcabuceros españoles, que además estaban en una posición distante y elevada. Como no podía ser de otra manera, los impacientes suizos fueron masacrados. Más de tres mil murieron y los supervivientes le dijeron a Lautrec que allí se quedaba, que ellos se volvían a Suiza. Ese día marcó el fin de su papel protagonista en las batallas europeas.
No os extrañara saber que la palabra “bicoca”, que entró en nuestro diccionario como sinónimo de “chollo”, tiene su origen en esta desigual batalla. Ah, y si os sonaba el nombre del comandante francés, no vais mal encaminados: efectivamente es el ancestro del pintor postimpresionista Toulouse-Lautrec.