Podcast especial Miguel Hernández | La traición y las nanas
Después de doce días de libertad, Miguel Hernández vuelve a ser detenido y enviado a una prisión de Madrid. Comienza el procedimiento 4487
Miguel Hernández: memoria, dos procesos contra un poeta (Episodio 4) | La traición y las nanas
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Madrid
Tras hacerle un Consejo de guerra por “izquierdoso”, en el que no estaba porque lo liberaron de prisión y regresar de nuevo a Orihuela con su mujer y su hijo para tratar de vivir en familia y superar la muerte prematura de un hijo anterior.
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“Esa falsa libertad fue la que no llegó a entender nunca. Con esa imprudencia enorme se fue a Cox”, explica José Luis Ferris, poeta y biógrafo, quien recuerda que el 28 de septiembre de 1939, “a eso de las cinco de la tarde, cuando pasa por delante del bar ‘La peña’, se quedan estupefacto dos personajes”. Esas personas eran José María Martínez Pacheco, oficial del juzgado municipal, y Manuel Morell, inspector de la Guardia Municipal.
El comienzo del procedimiento 4487
Van detrás de él, lo detienen y se dirigen con él al calabozo. “Ahí es cuando Miguel se puede despedir de la libertad”, añade Ferris, a la par que explica que el poeta “pudo percibir las auténticas dimensiones del odio”. Entonces, en Orihuela comienza el otro procedimiento sumarísimo, el 4487.
“Iba a ser mucho más duro que cualquier otro cautiverio anterior”, continúa el biógrafo. Allí, se consideraban ‘fusilables’ “prácticamente casi todos”.
Miguel Hernández necesita buscar testimonios a su favor. La declaración de un escritor ya le ha valido una vez y en Orihuela tiene más gente a mano que le puede ayudar. Juan Bellod, amigo del pueblo y secretario de las JONS de Valencia, le echa una mano a su amigo.
Acusaciones de vecinos de toda la vida
“Certifico que conozco desde su niñez a Miguel Hernández, constándome ser persona de inmejorables antecedentes, generosos sentimientos y honda formación religiosa y humana, pero cuya excesiva sensibilidad y temperamento poético le ha hecho actuar atendiendo más a los mandamientos del apasionamiento espontáneo que de una voluntad firme y serena y fácilmente influenciable por personas”, se lee en la declaración de Bellod, quien añadía: “No le creo enemigo de nuestro movimiento".
También escribió al juzgado de Orihuela Diego Romero, alférez, quien consideraba a Miguel Hernández persona de “garantía y orden”. También escribirá el alcalde de Orihuela, quien ya advirtió en julio y vuelve a hacerlo con argumentos nuevos: “Fue uno de los que arengó a las tropas rojas”.
El subinspector Ermenegildo Gil, llamado a declarar, asegura que “Miguel Hernández era de ideología izquierdista y fue comisionado a Rusia por el Gobierno marxista”.
“Debió ser un golpe durísimo para Miguel Hernández porque son sus paisanos los que lo denuncian”, detalla Carmen Alemany, quien añade: “Son amigos de la infancia los que le están denunciando”.
En el Archivo General de Defensa hay muchas cartas de vecinos que declaran, o son obligados a declarar, contra un detenido. Pero también hay casos de defensas entre ciudadanos, tal y como señala Guillermo Pastor, director técnico del Archivo General de la Defensa.
“Muchas veces vienen familiares a consultar documentación o un Consejo de guerra de algún amigo. Intentamos explicarles que contextualice, porque puede llevarse una sorpresa muy desagradable”, comenta Pastor.
Miguel Hernández vuelve a un proceso que él pensaba que acabaría como el anterior. Otra vez la declaración ante la Guardia Civil. Otra vez el interrogatorio y la máquina de escribir para levantar acta.
El juez de prensa de Madrid, que lo considera culpable y pide que juzgue el Consejo de guerra, solicita al juez de Orihuela, que deje el caso en sus manos. El juez de Orihuela se inhibe y el caso acaba en Madrid tras pasar por Elche.
El poeta regresa a un infierno que ya conoce y es trasladado a la prisión de la plaza del Conde de Torero.