Farmacias rurales, una historia de supervivencia en la España vacía

Madrid

En un pequeño pueblo de Guadalajara, en Galve de Sorbe, Montserrat Gómez abre su farmacia cada mañana para atender a los poco más de 400 vecinos que viven entre los ocho municipios que tiene al rededor. Ocho municipios; 400 vecinos, en el mejor de los casos.

La de Montse es una de las más de 1.200 farmacias que hay en España en pueblos con menos de 500 habitantes. Son las llamadas farmacias rurales. La supervivencia de estos negocios, que en muchos casos son el único punto sanitario cercano para los vecinos, peligra en una España cada vez más despoblada y envejecida.

Primero desaparecieron los cajeros automáticos. Luego lo hicieron los supermercados, las panaderías, el transporte público... La conexión a internet nunca llegó correctamente a la llamada España vacía, y en un momento de crisis sanitaria como el actual, los vecinos temen que el próximo servicio que desaparezca de sus pueblos sean, precisamente, las farmacias.

Frente a esta situación, el Consejo General de Colegios Farmacéuticos alerta de que en España hay más de 850 farmacias en viabilidad económica comprometida. Esto significa que no facturan lo suficiente para ser rentables y reciben una pequeña ayuda para que la farmacia siga funcionando. Aún así, son muchas las farmacias rurales que en los últimos años han tenido que bajar la persiana.

Al frente de su farmacia en el Recuenco, un pequeño pueblo de Guadalajara, Casilda Marra vive cada día las dificultades para mantener vivo este servicio fundamental. La suya es una de las pocas farmacias que aún sobrevive en la comarca, por lo que a primera hora de la mañana Casilda coge su coche para llevar las medicinas a los pueblos donde la cruz verde de la farmacia se ha apagado para siempre. La acompañamos en su ruta por Zaorejas y Villanueva de Alcorón.

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