Bateragune, una nueva mirada
El caso Bateragune es un desenfoque de la realidad vivida en Euskadi en esos años; se interpretó de forma absolutamente equivocada lo que estaba ocurriendo
Madrid
No es fácil para un periodista no afecto a la izquierda abertzale decir algo en favor de Arnaldo Otegi, pero debo ser consecuente con lo que creí y con lo que creo, y con lo que en su momento comenté sobre el caso Bateragune. El Supremo ha ordenado a la Audiencia Nacional que repita el juicio después de que el Tribunal Europeo de Derechos Humanos anulara la condena de seis años que había sido impuesta a Otegui y que Otegi ha cumplido íntegramente.
En su momento expresé mi sorpresa, que era la de la mayoría de la sociedad vasca, cuando en septiembre de 2011 la Audiencia Nacional condenó a Otegui a diez años de cárcel (luego el Supremo lo redujo a seis) por tratar de reconstruir la ilegalizada Batasuna por orden de ETA, a fin de acumular fuerzas en la izquierda abertzale, siendo así que todas las iniciativas de Bateragune (punto de encuentro quiere decir) que pretendían abrir una nueva etapa cuyo objetivo era dejar atrás la violencia y usar exclusivamente las vías políticas. Y no era una simple impresión mía, era algo ampliamente conocido.
Bateragune, una nueva mirada
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Se celebraban asambleas en todos los pueblos explicando esa intención, y muchos periodistas, casi todos los de Euskadi y algunos de Madrid, conocíamos de primera mano esos movimientos, de los que podía dar testimonio de autoridad el líder socialista, Jesús Eguiguren, y de más autoridad aún superiores.
Lamentablemente eran movimientos no debidos a la contrición ni al arrepentimiento. No a la conciencia, sino a la conciencia de que aquel camino no conducía a ninguna parte. Pero el hecho es que buscaban el fin de la violencia. Aquella sentencia me pareció un error, en su momento lo dije y de hecho, apenas un mes después de dicha sentencia, ETA anunció el cese definitivo de su actividad armada.
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Hoy, cuando el caso Bateragune viene enredado en toda la actualidad sobre Bildu y el Gobierno de coalición, con la polarización desatada, con los prejuicios afilados al máximo, es casi temerario hacer un apunte como éste, pero me tengo que reafirmar. El caso Bateragune es un desenfoque de la realidad vivida en Euskadi en esos años; se interpretó de forma absolutamente equivocada lo que estaba ocurriendo. Otegui y merecerán los juicios más severos por muchos de sus actos. Se los hicimos, se los hacemos y se lo seguiremos haciendo, pero no por el caso Bateragune. Con la perspectiva que dan los años, la Audiencia Nacional debería releer sus razonamientos con otra mirada y tal vez llegar a otras conclusiones.