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Nuestras primeras impresiones sobre 'El Madrileño' de C. Tangana: ¿obra maestra o más de lo mismo?

Recopilamos opiniones entre los que más saben de música en la redacción de la Cadena SER

Crítica de 'El madrileño' de C. Tangana

Crítica de 'El madrileño' de C. Tangana

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Madrid

El Madrileño, de C. Tangana, era uno de los discos más esperados del año y también uno de los que menos sorpresas aguardaba, principalmente porque 7 de sus 14 temas ya los habíamos escuchado, algunas hace mucho tiempo. Por eso, lo primero que hay que destacar es la maquinaria de marketing que hay tras este trabajo, que ha sabido dosificar las mejores canciones del álbum, dándoles un suspense y un cuidado exquisito.

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También llama poderosamente la atención la cantidad de colaboraciones que contiene: de los Gypsy Kings a Eliades Ochoa, pasando por Calamaro, Drexler, Toquinho, La Húngara, Kiko Veneno y con un espacio especial a Niño de Elche. Si algo tiene este disco es variedad de estilos. Casi tanta como en la redacción de la SER, a la que hemos acudido, como ya hicimos con El Mal Querer, de Rosalía, en búsqueda de una opinión exprés que nos ayude a desgranar la obra.

C. Tangana es uno de los artistas españoles más destacados de nuestro tiempo, sin duda. Empezamos a saber de él, cuando aún era muy underground, por su enfrentamiento con Los Chikos del Maíz, pero en los últimos tres años su figura ha crecido a pasos agigantados. Con algún tropiezo, eso sí, como el que tuvo en Fuego y Chinchetas al asegurar que no se consideraba "ni machista ni feminista", sino transexual. Ahora ya le entrevistan todos los grandes medios y él mismo reconoce que ha dejado atrás al personaje y que ya no es tan "estratega".

El próximo viernes 12 de marzo ha confirmado su presencia en La Ventana (18.00) para hablar de El Madrileño. Hasta entonces tendremos que conformarnos con sus canciones y con las primeras impresiones que ha suscitado en Gran Vía 32. Os adelantamos, eso sí, que han sido bastante buenas. De media, un 7,9...

Elisa Muñoz (Fuego y Chinchetas): 7

Sin duda, me gusta más la producción del disco que las letras. En la música —donde pasan por la batidora estilos tan distintos entre sí como la rumba (Ingobernable), el bolero (Un veneno), el son cubano (Muriendo de envidia), la bachata (Tú me dejaste de querer) y hasta el pop-rock más clásico (Hong Kong)— C. Tangana vuelve a dejar claro que huye de las etiquetas, aunque sorprende especialmente la reincidencia en el mundo del flamenquillo (que decir flamenco son palabras mayores). Las letras parecen formar parte todas de la misma historia: chico que no olvida a chica y quiere recuperarla a toda costa, pero mientras se emborracha y se rodea de otras muchas mujeres. Eso sí, que no se le ocurra a ella estar con otro. ¡Ah! Y queda claro que el chico es famoso y tiene mucho dinero, pero no teme que algún día su carrera exitosa termine. Más o menos ese sería el resumen. Llama la atención cómo se repiten todas esas ideas en la mayoría de las canciones. Lo que es especialmente preocupante es el poso que deja de posesión de la mujer y de ligar éxito con dinero y con desfase. Ideas que además se refuerzan con las imágenes sus videoclips. Que sí, que no es nuevo, que de hecho es lo que se lleva en el reggaetón, pero no por ello hay que dejar de criticarlo una y otra vez. Estamos en el siglo XXI. Basta ya de machos alfa y este disco está lleno de ellos.

La mitad de las canciones del disco ya las habíamos escuchado, algunas incluso hace más de dos años. Esos adelantos son los mejores temas del álbum pero reconozco que la colaboración con los Gipsy Kings en Ingobernable me encantaría... sino fuera porque hay una frase que lo empaña todo: “Ni una pistola para poder gobernarte”. Lo he tenido que escuchar varias veces para comprobar que lo estaba escuchando bien. Ahora que hablar de la libertad de expresión está tan de moda, C. Tangana nos da más motivos para la reflexión.

Si dejo las letras aparte (aunque me cuesta) el disco me gusta, incluso me encanta y eso me temo que es más mérito de Alizzz, su productor, que explora todos los sonidos y muchas veces hace mezclas sorprendentes. Ahora sólo me queda la curiosidad por saber cómo defiende El Madrileño este trabajo lleno de colaboraciones preciosas en directo.

Carlos G. Cano (Fuego y Chinchetas): 9

C. Tangana ha querido dejar de ser un capullo para convertirse en mariposa y su nuevo aspecto, reconozcámoslo, es deslumbrante. Por lo bonito y también por lo diverso. Es inevitable contener el baile ante el ritmo caribeño de Muriendo de envidia, el rollazo rumbero de Ingobernable o la electrónica con tintes folklóricos de Demasiadas mujeres. Las canciones son estupendas. Algunas se te incrustan en el cerebro en cuanto las oyes. No solo Tú me dejaste de querer, que ya es un clásico contemporáneo. También Cuándo olvidaré —la más C. Tangana de todo el disco, posiblemente— o Nominao, en la que canta junto al oscarizado Jorge Drexler.

El madrileño es un disco de pop en castellano que, menos en Los 40 Classic, podría sonar en casi cualquier emisora musical de PRISA (si no lo está haciendo ya): Los 40, Dial, Los 40 Dance, Radiolé, Los 40 Urban… ¡Y también suena en Radio 3! La meca del indie... ¿Qué otro artista puede conseguir algo así?

Pero la nueva metamorfosis de Antón Álvarez (Puchito, C. Tangana o El Madrileño, como queráis llamarle), también me suscita algunas reflexiones que conviene compartir. El Madrileño, de entrada, es una nueva obra maestra del marketing musical. Hoy solo ha estrenado medio disco, de hecho, porque 7 de las 14 nuevas canciones ya las habíamos escuchado. Pero su impacto está siendo enorme porque cómo no iba a serlo un álbum con Andrés Calamaro, Kiko Veneno, Niño de Elche, Jorge Drexler, José Feliciano y Eliades Ochoa, entre otros. ¡Solo faltan Alejandro Sanz, Shakira, Rosalía y el batería de Maná!

Lo cierto es que en algunas canciones parece que el artista invitado sea C. Tangana, no al revés. Y eso por no hablar de la llamativa ausencia de mujeres entre sus colaboradores. Algo que me lleva a pensar en el lugar (de mero objeto) que a menudo les reserva en sus videoclips, y también en las connotaciones machistas —por mucho que en El País dijera lo contrario— de muchas de sus letras. Pero, aunque sea chulo, maquiavélico y (en ocasiones) faltón, Antón Álvarez también tiene muchas virtudes. La mayor de todas, posiblemente, que sabe rodearse de gente con talento, como ya demostró con Alizz o Rosalía. Y se ha marcado un discazo.

Jesús Gallego (Hora 25 Deportes): 8

Me descubro ante la pirueta con salto atrás que ha dado C. Tangana con El Madrileño. Esta evolución recogiendo la esencia de una variada cultura musical es una maravilla. Lo escuchas y te llega la copla, la rumba, el flamenco, hasta la Semana Santa... con el estilo C. Tangana, claro, como no podía ser de otra manera. Que las nuevas generaciones conozcan las raíces a través de los nuevos creadores es fantástico. Muy chulo y castizo, El Madrileño.

Pepa Blanes (jefa de Cultura)

El músico madrileño consigue hacer suyos clásicos de la música española y enseñar que las nuevas generaciones de artistas beben de lo castizo, se renuevan y se reinventan. No sé si será un clásico, pero un sí un disco de referencia para los próximos años y un disco que cuestiona las etiquetas, los encasillamientos y las carreras premeditadas.

Fernando Neira (Hoy por Hoy)

No llevo al día mis deberes de escuchante melómano, lo confieso. Voy tarde con El madrileño, aún no le he hincado el diente como me obligaré a hacerlo; entre otras cosas, porque he estado muy ocupado escuchando en bucle estos últimos días el que para mí es el gran lanzamiento del pop español para este 26 de febrero: El tsunami emocional, de Luis Prado. Los adelantos de C. Tangana, que han sido un buen puñado, me han producido sorpresa (¿Drexler?), aburrimiento (generalizado), perplejidad (¿por qué?) y hartazgo: que si chicas, que si culos, que si autotunes. Pero prometo solemnemente que escucharé El madrileño de principio a fin y varias veces, por más que los antecedentes me muevan al escepticismo. Ponedme de momento en el apartado del NS/NC, que dirían los encuestadores...

Rafa Panadero (A Vivir)

No soy nadie para hacer una crítica del trabajo de un músico. Vaya por delante. Además, no conozco a fondo el trabajo anterior de C. Tangana, pero lo que me piden es una opinión personal y a botepronto. Sólo eso voy a dar. Esto no es una crítica.

Admito curiosidad cuando veo quién colabora en este nuevo disco de C. Tangana. Me descoloca escuchar a Toquinho cantando “no puedo más que pensar en tu culo al pasar, rebotando”, y echo de menos aquello de “Numa folha qualquer eu desenho um sol amarelo. E com cinco ou seis retas é fácil fazer um castelo”. Debe de ser cosa mía.

Reconozco a un gran Kiko Veneno, incombustible. Me suena familiar y más que agradable lo que ha hecho con Drexler. No me canso. No me pasa lo mismo con lo de Calamaro, que también me suena familiar. Me tengo que reír con la sorprendente aparición de Pepe Blanco, aunque me deja inquieto el mensaje. Supongo que es lo que pretende. Me engancha el Niño de Elche y hasta José Feliciano. Grata sorpresa. Por cierto, como me apunta un amigo, más evidente que nunca la conexión con Albert Plá en la forma de cantar en esta canción.

Me queda la sensación de que lo que más me interesa del nuevo disco de C. Tangana es lo que menos tiene que ver con C. Tangana. Me viene a la cabeza aquello de que uno es tan bueno como lo es la gente de la que se rodea. Debe de ser cosa mía. Un tipo listo, C. Tangana.

Laura Piñero (La Ventana): 7

Antón Álvarez ha conseguido que su nuevo disco nos guste a los que no somos cercanos al universo urbano ni a su obra gracias a la extensa e interesante nómina de colaboraciones que se lleva holgadamente a su terreno. La codiciada modernidad que representa, con su lenguaje y sus códigos, entra muy bien con las pinceladas de otros géneros que a su vez rompen sus propias fronteras. El Madrileño es un buen escaparate para reivindicar la tradición, el hedonismo y nuevas formas de pensar, de ser y de hacer música que encuentran en él su máximo exponente. Podría poner algún "pero" al conjunto pero el valor del conjunto permanece intacto. La creatividad y atractivo del artista y de estas canciones es incuestionable.

Inés Vila (Podium Podcast): 8,5

Cuenta Pucho que en el Alfa 156 de su padre hubo una época en la que solo sonaban dos discos en español: Frontera y Honestidad Brutal. Drexler y Calamaro viajaban desde el casete hasta el lóbulo temporal de un niño que años después se convertiría en Ídolo.

En su ascenso a los cielos, Antón Álvarez ha caído en que, en la realidad superficial del éxito —que ha sabido explotar como nadie—, lo más revolucionario es, quizá, reivindicar los orígenes, celebrar las raíces. Y C. Tangana da paso a El madrileño, que si llora, ya no lo hace en una limo en Los Ángeles, sino en la cocina de Lhardy, cortando jamón.

En la metamorfosis a lo castizo nada está sujeto al azar: goteo incesante y repensado de temas que reviven clásicos, videoclips cuidadísimos, portadas, Instagram en vena. Y ahora, el culmen: un disco en el que vuelve a aquel Alfa 156 de copiloto con los mismísimos Drexler y Calamaro al volante. Y con Toquinho, Kiko Veneno y once protagonistas más de su imaginario nutrido en viajes y atemperado por un Alizzz cuya misión es pisarle elegantemente el freno. Y el resultado es un álbum que más que un disco es un trofeo. Y qué trofeo.

 
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