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'Seda', mucho más que una historia de amor

La novela, suave y tensa como su título, resulta una legítima pieza de "alta costura" literaria, diseñada por un escritor que sabe su oficio

'Seda', mucho más que una historia de amor

'Seda', mucho más que una historia de amor

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Alessandro Baricco nació en Turín en 1958. Es el autor de las novelas 'Tierras de cristal', que fue Premio Selezione Campiello y Premio Médicis, 'Océano mar', Premio Viareggio, 'City', 'Sin sangre', 'Esta historia', 'Emaús, 'Mr Gwyn' (que ya os contamos en 'Un libro una hora'), 'Tres veces al amanecer' y 'La Esposa joven', al igual que del monólogo teatral 'Novecento', y de la majestuosa reescritura de 'Homero, Ilíada' y los ensayos 'Next', 'Los bárbaros' y 'The Game'.

Baricco dirigió el programa de libros 'Pickwick' para RaiTre, que "invitó a los italianos a redescubrir el placer de la lectura" y en 1994 fundó en Turín una escuela de 'técnicas de escritura', llamada Holden (como homenaje a Salinger), que ha tenido un éxito clamoroso. A partir de 'Seda' se consagró como uno de los grandes escritores italianos de las nuevas generaciones.

'Seda', la novela con la que Baricco se consagró 

'Seda' se publicó en 1996. Es una extraordinaria historia. Puede ser una bella historia de amor o una historia sobre quiénes somos y quiénes querríamos ser en realidad, sobre los sueños que perseguimos que no nos cansamos de buscar y que, a veces, están dentro de nosotros mismos.

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Como dijo Alessandro Baricco: "Esta no es una novela. Ni siquiera es un cuento. Esta es una historia. Se podría decir que es una historia de amor. Pero si solamente fuera eso, no habría valido la pena contarla. En ella están entremezclados deseos y dolores, que se sabe muy bien lo que son, pero que no tienen un nombre exacto que los designe. Y, en todo caso, ese nombre no es amor. Esto es algo muy antiguo. Cuando no se tiene un nombre para decir las cosas, entonces se utilizan historias. Así funciona, desde hace siglos. Quizá lo mejor sea aclarar que se trata de una historia decimonónica: lo justo para que nadie se espere aviones, lavadoras o psicoanalistas".

Como señala Carlos Franz en su artículo Alessandro Baricco: alta costura literaria, 'Seda' es suave y tensa como su título. Resulta una legítima pieza de "alta costura" literaria, diseñada por un escritor que sabe su oficio. Usando más la tijera que la aguja -eliminando más que agregando- Baricco "corta" en 'Seda' un relato de soberbia elegancia y discreción.

Como buen estilista, se inspira no tanto en tradiciones literarias, como en formatos estéticos. Estéticas tomadas de otras artes, mayores y menores, de la arquitectura a la caligrafía, de la moda a la música. Sus capítulos podrían ser compases. El más corto no pasa de las tres líneas y el más largo tiene cinco páginas. Los breves se alternan con los extensos a un ritmo perfectamente regular que hace que la estructura de la novela ondule rítmicamente. 'Seda' parece escrita para expresar una textura.

La seda japonesa es como "tener la nada entre los dedos"

Señala Alejandro Gamero que la unión de forma y contenido es más evidente en la poesía o en ese territorio intermedio que es la prosa poética. Al leer 'Seda' el lector se da cuenta de que cambiar una sola palabra hubiera dado como resultado un libro distinto. En la novela se describe la seda japonesa como "tener la nada entre los dedos" y esa es la mejor descripción que se puede hacer del libro.

Los personajes, de hecho, están apenas esbozados. El estilo de Baricco, de frase corta y contundente, dice más por lo que sugiere que por lo que muestra explícitamente. Cada capítulo se resuelve en unas pocas pinceladas. Y aún así, Baricco, utiliza con frecuencia las repeticiones. 'Seda' está llena de símbolos. Uno de los más importantes es el representado por los pájaros y las jaulas.

Según Jorge Daniel Ferrera Montalvo, Alessandro Baricco centra su atención en historias mínimas, renuncia a escribir una extensa novela, totalizadora, que lo cuente todo y se constriñe al espacio de la narración corta, parca, sin abundantes descripciones. Pero 'Seda' es también la historia del tacto, de la piel y sus múltiples símbolos: el lago, los bosques, los pájaros y los caligramas.

¿Para qué hablar si nos podemos tocar, sentir como la seda?

En 'Seda' se construye un entramado de profundas relaciones: la atmósfera que rodea a Hervé, la residencia de su anfitrión Hara Kei, los movimientos de sus sirvientes como sombras; la quietud, el silencio. Un silencio que se prolonga a la manera de narrar y también a la actitud y los ojos de los personajes. ¿Para qué hablar si nos podemos tocar, sentir como la seda?

La visión que se ofrece en 'Seda' del amor es ambigua y confusa. En ningún momento se habla de amor en el sentido tradicional de la palabra, pero al mismo tiempo tampoco se cuestiona que Hervé pueda no estar enamorado de su esposa. Y aunque no se hable de amor, el lector sabe que aquello que hace Hervé de atravesar el mundo tres veces, poner su vida en peligro o vagar por selvas oscuras siguiendo los pasos de un niño no puede ser otra cosa. Las mujeres de la novela aparecen rodeadas de un halo de misterio, sabiduría, pureza y erotismo.

 
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