Silencio. El PP no tiene nada que decir a la tercera sentencia sobre la caja B

Madrid

El Partido Popular no tiene nada que decir a la sentencia de la Audiencia Nacional que considera probado que el PP pagó en negro la reforma de su sede de la calle Génova. Estos hechos probados dicen que el tesorero, Luis Bárcenas, gestionaba los fondos en metálico aportados por el Partido Popular como donaciones privadas a través de una contabilidad paralela. Es la tercera sentencia que da credibilidad a los llamados papeles de Bárcenas, que reflejan la existencia de una Caja B, pero, insisto, el Partido Popular no tiene nada que decir. Silencio.

Para dejar las cosas claras, porque, a veces, el ruido hace que nos perdamos lo fundamental. El Partido Popular es un partido condenado por corrupción. Fue una condena lo que le costó la presidencia a Mariano Rajoy. No fue ninguna operación ilegítima de nadie. Al PP le condenaron, el PSOE presentó una moción de censura al considerar que no podía seguir en la presidencia del Gobierno el responsable de un partido condenado por corrupción y la ganó. Esta es la secuencia. Después ha seguido habiendo juicios y se han sucedido las condenas, tanto a Bárcenas como al partido.

Pero para Pablo Casado ya está todo dicho, esto forma parte del pasado, aunque sea el presente quien cuestiona una y otra vez una manera la manera de hacer de un partido del que él forma parte desde hace mucho tiempo, tanto que ya estaba cuando funcionaba la Caja B.

Hace ya 12 años de aquel momento en el que Mariano Rajoy, rodeado de lo más grande del partido dijo aquello de que la Gurtel no era una trama del PP, sino que era una trama contra el PP. El tiempo ha demostrado que la trama estaba infiltrada en lo más profundo de la formación política. No ha habido desde entonces la asunción de ninguna responsabilidad política, la única explicación es que todo eso forma parte del pasado. Un pasado que tomó más protagonismo que nunca en la última convención del PP con Casado como protagonista. Tan poco se han roto los lazos con ese pasado que se sentó junto al presente en la tribuna y mostraron que compartían algo más que las siglas del partido, una forma de entender la política.