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Heraclio Fournier y la baraja española

La baraja de cartas más famosa de España es obra de la empresa fundada por Heraclio Fournier en 1868, cuando este impresor burgalés de origen francés empezó a hacer barajas litofrafiadas. Aquellas cartas son muy similares a las de hoy en día. La baraja más antigua que tienen en el museo Fournier, ubicado en Vitoria, es del siglo XV y en ella ya aparecen el as, la sota y el rey. Una característica de la baraja española es que no hay damas ni reinas

La baraja española

La baraja española

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Madrid

La historia de los naipes dice que proceden de China y que llegaron a los países mediterráneos, especialmente a Italia y a España, en torno al siglo XIV. Fue a través de comerciantes árabes de la ruta de la seda y con peregrinos del Camino de Santiago. La primera mención a los naipes en un texto europeo se produce en el Consell de Cent, en Barcelona, en el año 1310, prohibiendo su uso. Años más tarde, el estatuto del rey Juan I de Castilla hace lo propio en 1387. Al principio, las cartas con las que se jugaba en Alemania o Francia tenían los mismos palos que las de España, inspiradas en la “baraja mameluca”. Con el paso del tiempo, aparecen los diseños germánicos y franceses, que remplazan a las cartas latinas en varios países. Estos nuevos diseños cambian los símbolos de los naipes: la alemana aún está compuesta por hojas, oros, bellotas y corazones. La francesa por picas, tréboles, rombos y corazones.

Está extendida la idea de que los palos de la baraja española son una metáfora de los estamentos sociales de la época medieval: los oros serían una referencia a la nobleza; las copas, a la iglesia; las espadas, al ejército y los bastos, a los campesinos. Cuando el juego se popularizó, algunos obispos y monarcas lo fueron prohibiendo en ciertos países, aunque sin mucho éxito. Se consideraba, como cualquier juego de azar, un producto del diablo y que generaba unas costumbres perniciosas. Aun así, era un juego del que disfrutaban tanto las clases populares como la nobleza, normalmente con apuestas de por medio.

Empezaron a pulular muchos fabricantes provinciales, con sus propios patrones de diseños, aunque todos necesitaban una autorización real para regular su uso. Destacan los diseños gaditanos, tras la constitución de Cádiz, que expandieron sus barajas por Latinoamérica, y los diseños castellanos y catalanes. Si bien el diseño más famoso es fruto de un encargo que Fournier hizo a un profesor de la Escuela de Artes y Oficios de Vitoria, Emilio Soubrier y al pintor Díaz de Olano, en 1875. Aquel diseño fue refinado en 1889 por el pintor Augusto Rius. De hecho, Heraclio Fournier se presentó con una colección de 20 barajas a la Exposición Universal de París de ese mismo año y obtuvo la medalla de bronce por la calidad de su diseño, el color y la impresión, basada en la técnica de la cromolitografía.

La baraja española al final ha sido mucho más que un juego lúdico, también ha servido para la simbología, la cartomancia y la cartomagia.

 
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