Cádiz, las cicatrices de las crisis y el olvido
El podcast 'Crónica 24/7' entra en casa de una familia de Puerto Real dos mese después de las protestas de las empresas auxiliares del metal en plena negociación de su convenio
Episodio 2 | La vida tras la lucha y la enfermedad
25:02
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Madrid
El mes de noviembre, los trabajadores de las empresas auxiliares del metal se echaron a la calle en plena negociación de su convenio. La intensidad de las protestas, la contundencia de la respuesta policial, provocó que los focos se dirigieran hacia una de las provincias con mayor paro de todo el país. La patronal y los sindicatos alcanzaron un acuerdo que puso fin a las movilizaciones pero que no despeja las principales incógnitas de futuro.
El regreso a Cádiz tras las movilizaciones nos va a llevar a dos escenarios en la que podemos considerar la zona cero de esas protestas. Vamos a acercarnos a los polígonos industriales de Puerto Real y entraremos en la casa de una familia de esa localidad gaditana.
Puerto Real es una ciudad mediana, con mas de 40.000 habitantes, a unos 10 kilómetros de Cádiz y a orillas del mar, de la bahía gaditana, pese a ello no es una población con turismo de sol y playa. Solo cuenta con tres hoteles dentro del municipio dos de una estrella y el tercero de dos estrellas. Vive principalmente de la industria naval, de los astilleros. Y esto viene de lejos. Porque fue en 1.878 cuando el marqués de comillas inauguró los astilleros de esta ciudad que se llama así porque la fundaron los reyes católicos. Hoy es un municipio con más de un 28 por ciento de paro, casi el doble de la media nacional, pero en lo peor de la crisis, en 2012 , el 40 por ciento de la población de Puerto Real estaba sin trabajo.
Para hacer el recorrido por los polígonos quedamos con José Antonio Montilla, Monti, un ingeniero que trabaja en una empresa subcontratada por Navantia y es concejal de Podemos en Puerto Real. Cuando llega lo primero que nos cuenta es el despido de varios trabajadores de su empresa. Y a partir de ahí, nos ayuda a entender las consecuencias de todas las crisis acumuladas a través de los locales y naves de empresas que ya no existen.
Pero también visitamos a una familia de Puerto Real, nos abren la puerta de su casa. Son Francisco, tiene 70 años, es pensionista y trabajó en Astilleros. Su hijo Gerardo, de 36, que trabaja en una empresa de servicios de limpieza, cobra 800 euros al mes y su pareja, Alba, de 34, embarazada y en paro. Subimos al primer piso de un edificio situado en un lugar envidiable, en primera línea de mar, frente a la Bahía de Cádiz. Me abre la puerta Alba, me dice que Paco está en la cocina y ahí comienza nuestra conversación.