Zapatero, la convicción del diálogo
Zapatero se convierte en el quinto presidente de la democracia, el segundo socialista
Menos de cuatro años después de convertirse en el secretario general del PSOE, José Luis Rodríguez Zapatero, leonés de 43 años, casado y padre de dos hijas, se ha convertido en el quinto presidente del Gobierno de de la democracia y en el segundo jefe del Ejecutivo socialista, tras Felipe González.
Muy pocos apostaban por la victoria de Zapatero cuando decidió participar en la carrera por hacerse con el liderazgo del PSOE en la primavera del 2000. Tras la severa derrota de Joaquín Almunia en las elecciones de marzo y su fulminante dimisión, José Bono parecía destinado a convertirse en el nuevo secretario general del PSOE en el 35º Congreso Federal.
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Contra pronóstico, y con un discurso basado en la idea del "cambio tranquilo" con la que ahora llega a La Moncloa, Zapatero se convirtió en el líder de la oposición por nueve votos. El nuevo líder del PSOE era entonces un auténtico desconocido para la opinión pública: diputado desde 1986, era en ese momento portavoz socialista de Administraciones Públicas y miembro de la ejecutiva federal de Almunia. Ya entonces, el diálogo, el consenso y una apelación constante a los valores de la democracia se convirtieron en sus banderas.
Esa concepción de la política le llevó a pactar, ya desde la dirección del PSOE, políticas de Estado con el Gobierno del PP: el Pacto Antiterrorista y el pacto por la Justicia son los dos ejemplos fundamentales. Su actitud fue duramente criticada en el seno de su partido, que le consideraba demasiado propenso al diálogo y al pacto y poco contundente en sus posiciones. A esas críticas respondía con una de sus frases más repetidas: "Prefiero dar ejemplo a dar caña".
CAMBIO DE ESTRATEGIA
Sin embargo, las reformas educativas del Gobierno de Aznar, la reforma del mercado laboral que desembocó en la huelga general del 20-J, la crisis del 'Prestige' y, sobre todo, el apoyo de España a la guerra de Irak provocaron un endurecimiento en el discurso de Zapatero, que no dudó en salir a la calle al frente de numerosas manifestaciones en contra de la política del Ejecutivo conservador.
A pesar de los buenos datos en las encuestas y el rechazo en la calle a la política del PP, el PSOE de Zapatero logró la victoria en las elecciones municipales de 2003 por apenas unos miles de votos. Y el mayor logro, romper la mayoría absoluta del PP en la Comunidad de Madrid, se vio truncado tras la traición de dos tránsfugas socialistas, lo que provocó una profunda crisis política y sembró dudas sobre la capacidad de liderazgo de Zapatero.
Las mismas dudas se reprodujeron tras la victoria electoral en Cataluña y la formación del tripartito con ERC e ICV, con Pasqual Maragall al frente y con Josep Lluis Carod-Rovira, el líder republicano, como número dos, cuando, apenas unas semanas después de la formación del Govern se conoció la reunión de Carod con la cúpula de ETA. La gestión de la crisis, que acabó con la salida del líder de ERC del Gobierno catalán, tal y como exigió Zapatero, no sirvió para despejar las dudas sobre su liderazgo, sino todo lo contrario.
En medio de la crisis, Zapatero llegaba al 14-M con el estigma de perdedor, una condición que siempre se negó a asumir: llegó a pronosticar su victoria por un punto de diferencia sobre Mariano Rajoy durante la campaña. Sin embargo, la gestión del Gobierno de Aznar tras los atentados del 11-M provocaron una masiva movilización del voto progresista que aupó a Zapatero a la victoria electoral.
Otra vez contra pronóstico y en el último momento, el líder socialista logró una victoria. Y sigue presumiendo de que nunca ha perdido unas elecciones, ni dentro ni fuera de su partido.