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Buenos Aires se acerca al exilio republicano español (I parte)

Buenos Aires ha inaugurado una exposición multidisciplinaria que se acerca al exilio republicano español a partir de la historia de un grupo de escritores catalanes que en enero de 1939 abandonaron Barcelona huyendo del fascismo y la muerte. Literatura, arte contemporáneo y cine cine documental se mezclan para recrear la vida en los campos de concentración del sur de Francia, los refugios de intelectuales, la ocupación nazi, el viaje a América y las distintas adaptaciones a los países de acogida: México, Chile y Argentina. Éste es el primero de una serie de artículos sobre la exposición del enviado especial de la Cadena SER, Javier Torres.

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Cuando llegué a Buenos Aires en diciembre de 2001, el presidente Fernando de la Rua acababa de dimitir. Argentina comenzaba a vivir un calvario del que aún se recupera un lustro después. Acababa entonces el espejismo que muchos, sobre todo la inmensa clase media, había intentado mantener a fuerza de engañarse. El país estaba en la más absoluta ruina económica, un dólar se cambiaba por un peso, y la realidad ahogaba unos sueños de grandeza que aún les hacía creer a algunos que Buenos Aires era el Paris de América del Sur. La mitad de los argentinos eran pobres; dos de cada diez trabajadores se las veían y deseaban para encontrar empleos que no existían. En apenas 10 días, pasaron por la Casa Rosada varios presidentes que prometían soluciones y que, no bien terminaban la frase, salían por la puerta trasera escoltados para evitar la furia de una clase media movilizada, sobre todo, porque le habían tocado el bolsillo. Se instauró el famoso "corralito". Nadie podía sacar su dinero del banco. Semanas antes, algunos, los más listos, los más informados, los más desalmados, los que se decían más argentinos. ya lo habían puesto a buen recaudo en el extranjero. Fue entonces cuando empezó éxodo de jóvenes que tiraron la toalla antes de tenerla. Comenzó la masiva emigración a Europa.

Cuando el viernes aterricé en el aeropuerto de Ezeiza (viajé con Iberia y no Air Madrid, que ese mismo día cerraba), el panorama era diferente. Las cajas registradoras de las tiendas duty-free se abrían con gran facilidad con la ayuda de argentinos que regresaban por las fiestas y que gastaba su "guita" sin excesivos problemas; las calurosas calles de Buenos Aires estaban llenas de coches "cero-kilómetro" porque , como me decía el "remisero", los bancos ahora dan créditos fáciles para comprarlos. Un euro se cambiaba por 3'5 pesos en las casa de cambio del aeropuerto o por 4 en Capital. Los bares, ayer a la noche, estaban repletos de jóvenes que comprueban que, aunque precario, si es posible encontrar "laburo".

¡Buenos Aires resplandecía!, ya se sabe que las penas con pan siempre son menos....Y pan hay. El crecimiento económico mantiene un ritmo anual cercano al 8%, y eso, aunque insuficiente para romper desigualdades históricas, es mucho más de lo que cualquier vidente hubiera podido atreverse a predecir 5 años atrás.

Mi hotel está en Recoleta, un barrio "cheto" (pijo, muy pijo) frente al cementerio donde todavía hay turistas que peregrinar para ver la tumba de Evita, un mito, un "copyright" que nos devuelve sueños de grandeza, de generosidad y de Justicia. O de manipulación, de vergüenza, de caridad y de populismo. (Incapaz de poder siquiera acercarme a su figura, recomiendo una lectura de lo escrito por el maestro Tomás Eloy Martínez).

En el Centro Cultural Recoleta, ha desembarcado la Sociedad Estatal para la Acción Cultural Exterior de España (Seacex). Lo ha hecho con una exposición sobre el exilio de varios autores catalanes, algunos de los cuales acabaron en México DF, Santiago de Chile y Buenos Aires. Ayer pude hablar con dos de sus comisarios quienes me devolvieron historias desconocidas en nuestro país de desmemoria que tiene ahora, que siempre ha tenido, problemas para reconocer su propia historia, aprender de ella y hacer Justicia.

Me decía Juan Diego Botto, que presenta también su obra "El privilegio de ser Perro", que la peor condena que se imponía en la Grecia clásica no era la muerte sino el destierro. Destierro: ser obligado a salir de tu tierra, sea por motivos ideológicos o por los económicos. Las ideas y el hambre han condenado a muchos a dejar atrás afectos. Nosotros somos unos privilegiados porque vivimos en el mundo rico. Pero somos minoría. El 80% de la población mundial vive en la más absoluta pobreza.

 

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