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El Supremo rebaja la condena a un padre que encadenó a su hijo a la cama por vago

El chico se negaba a estudiar o trabajar, falsificaba notas y duró un día en la Marina

El Tribunal Supremo ha rebajado de cinco años y cuatro meses a dos años y once meses de prisión la condena impuesta por la Audiencia Provincial de Cádiz a un padre que encadenó a su hijo a una litera tras una fuerte discusión, provocada por la negativa del hijo a trabajar o a estudiar. A pesar de que el Supremo destaca que el hombre actuó por la conducta de "vago redomado" del hijo, subraya que esta actitud no permite "en ningún caso" realizar una actuación delictiva porque hay "otras alternativas".

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En una sentencia hecha pública hoy, el alto tribunal estima parcialmente el recurso interpuesto por el padre contra la sentencia que le condenó por los delitos de lesiones, detención ilegal y coacciones, agravados con la concurrencia de parentesco y de lesiones en el ámbito familiar. El Supremo le absuelve ahora del delito de coacciones, al entender que los hechos son constitutivos de uno de amenazas, con la agravante de parentesco, porque conminó tanto a su familia y a sus vecinos para que no alertasen a la Policía.

El padre encadenó a su hijo a una litera tras una fuerte discusión que se produjo cuando éste volvió del cuartel de Cartagena (Murcia) del que se dio de baja un día después de haber ingresado. Los problemas familiares empezaron años antes cuando los hijos del acusado dejaron de ir al colegio y falsificaban las notas para que el padre no se enterase. Uno de los hermanos ingresó en la Infanta de Marina, mientras que el otro se dedicaba a estar con sus amigos sin trabajar o estudiar.

En su sentencia, el Supremo incide en que el padre "no actuó en virtud de un arrebato u ofuscación emocional" ante la actitud "inmediata y provocadora" del hijo. "Su conducta es el producto de una situación que se extiende en el tiempo y sobre la que el acusado no puede controlar por estar desbordado por la conducta de vago redomado" del hijo.

Tres días encadenado

El joven permaneció atado a la cama durante tres días, siendo liberado sólo para ir al baño. Aprovechando que su padre se encontraba trabajando, el joven consiguió "dejarse caer desde la litera" y arrastrarse hasta el teléfono para llamar a la Policía. Poco después, varios agentes le liberaron "ante la pasividad del resto de la familia".

La sentencia de instancia explica que los dos hijos del acusado dejaron de ir al colegio y a las clases particulares que el padre les pagaba, sin que éste se enterase porque falsificaban las notas. Cuando la madre se percató comenzó a firmar los boletines de las notas sin revelarle al padre los suspensos que tenían sus hijos en todas las asignaturas.

El Jefe de Estudios se reunió un día con los padres, a quienes relató la mala trayectoria escolar de los jóvenes. A partir de entonces, el padre comenzó a vigilarles sin lograr que ninguno de ellos progresara en los estudios. No obstante, uno encontró la estabilidad profesional y personal tras ingresar de soldado en la Infanta de Marina del cuartel de Cartagena . En cambio, el otro continuó con su vida anterior, "dedicándose exclusivamente al ''break-dance'' con otros amigos".

Duró un día en la Marina

Ante esta situación, el padre le pidió que ingresara como su hermano en la Infantería de Marina, a lo que éste accedió tras algunos incidentes. La familia le dejó 180 euros para poder presentarse en el Cuartel de Cartagena, pero el joven se lo gastó en ropa y demás caprichos. Cuando llegó al cuartel, sólo aguanto un día y solicitó la baja. El chico regresó a su casa.

Un día después de volver, padre e hijo mantuvieron "una agria discusión" y el acusado le golpeó "con varios puñetazos y golpes con una porra de madera". Acto seguido, el padre le condujo hasta su habitación, donde le encadenó una pierna al pie de la litera. "Los candados eran los mismos que compró el padre para cerrar el petate y la taquilla que se le asignaría en el cuartel", apunta la sentencia.

 
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