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FÚTBOL / LIGA DE CAMPEONES

El Barça, eliminado de la Champions pese a ganar en Liverpool 0-1

Benítez volvió a ganarle la partida táctica a Rijkaard y el técnico madrileño consigue llevar a los "reds" a los cuartos de final de la Liga de Campeones.

El Liverpool fue superior en el total de la eliminatoria al Barcelona, que sólo dio la cara en la segunda parte del encuentro de vuelta. Quizá demasiado tarde

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Impresionaba el estadio de Anfield. El himno, "You'll never walk alone", la grada, "The Kop", el cartel del túnel de vestuarios, "This is Anfield"… Como diría Vicente Verdú, el fútbol se basa en mitos, ritos y símbolos. Y esta idea se torna cierta y tangible en estadios como el del Liverpool, donde la historia, la tradición y la pasión por el fútbol adornan y elevan cualquier partido. Más aún si se trata de la Liga de Campeones, donde el "Pool" es un clásico. Y más aún si es frente al Barça, el vigente campeón.

Benítez le dio la pelota a Rijkaard. Que elaborase él. Tenía el Barça que buscar la victoria, no había otro remedio, y el Liverpool quería trabajar la presión que tan buen resultado le dio en la ida y acuchillar la espalda de su rival con sus oleadas de fútbol directo e industrial, como un ejercito bien entrenado en la defensa (sólo cuatro goles recibidos en Anfield en Liga) y dispuesto a encañonarte sin piedad a la mínima oportunidad.

Como el Barça no lograban zafarse de la telaraña tejida en el centro por Benítez, fueron los "reds" los primeros en encontrar vías de ataque. Y se animaron al comprobar que llegaban con cierta facilidad. Avisó Riise con un zapatazo con la zurda que vio pasar rozando el poste un aturdido Valdés. Y a los pocos minutos, el noruego volvió a cargar esa bota izquierda de plomo para hacer temblar el travesaño.

Estaba empequeñecido el Barça, enanitos parecían los jugones al lado de los Gerrard, Sissoko, Riise, Carragher o Kuyt. Pequeñitos y atontados entre el griterío y la contundencia física de su rival. Y tuvo una oportunidad el Liverpool, más bien una secuencia de oportunidades, una serie de disparos y rechaces que, milagrosamente, salvó la defensa azulgrana con Puyol sacando balones desde la línea y Valdés volando de un lado a otro. Para reafirmar el dominio rojo, Sissoko mandó otro balón al larguero tras un desastroso despeje de Valdés.

Mal pintaban las cosas para el Barça. Nueve disparos a puerta del Liverpool por ninguno de los catalanes en la primera media hora. Y aunque los de Rijkaard trataban de jugar, sobre todo Iniesta, y algo Deco, en medio del chaparrón, lo cierto es que no había otro color que el rojo sobre la histórica pradera de Anfield.

Demasiado tarde para reaccionar

No cambió el escenario, más de los mismo; enorme despliegue físico de los "reds", y superioridad táctica, dominio territorial y control del centro del campo, donde Sissoko rebañaba todos los balones divididos, Xabi Alonso se movía sin presión y Gerrard hacía lo que le venía en gana por la derecha.

Ronaldinho, que había lanzado sin picardía ni intención una falta directa, pudo meter a su equipo en el partido un minuto después tras una jugada vibrante en la que regateó a toda la defensa inglesa y estrelló finalmente el balón en el palo izquierdo de Reina. Despertaba el Barça, qué remedio, se escapaba la Champions, y Messi sumó otra oportunidad que solventó Reina. Giuly salió por Eto'o, superado por el acontecimiento y aún en proceso de recuperación. Otro chiquito más entre la pandilla de musculosos gigantes de Benítez.

No necesitaba el Liverpool apretar el acelerador, pero también podía desesperarle la suma de ocasiones desperdiciadas, tantas y tan claras, suficientes como para haber dejado el partido más que resuelto. Y nunca se puede fiar uno del Barça, de un equipo con tanta calidad. Además, Rijkaard estaba echando el resto y retiraba a Thuram para poner en juego a Gudjohnsen.

Y la salida del islandés resultó providencial, también la de Giuly, que aportó mucha velocidad y picante por la izquierda, pero el rubio delantero consiguió lo que no había podido lograr el Liverpool, marcar. El gol espoleó al Barça que, con Xavi a la cabeza, se fue a vivir definitivamente a terreno rival.

Mientras que en el Barça era Xavi el que parecía más enchufado, al Liverpool, que perdía gas de forma alarmante, lo mantenía en pie Steven Gerrard, un futbolista enorme. Lo intentó hasta el final el Barça, con Deco más entonado y Ronaldinho más participativo, pero no pudo ser, incluso Crouch pudo marcar, un gol que hubiera hecho justicia al mejor juego del Liverpool. En cualquier caso, los de Benítez estarán en cuartos y el Barça, fuera.

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