Deportes

Un Tour sacudido por el dopaje

Rasmussen y Vinokúrov, protagonistas de una carrera ganada por la máxima figura de una nueva generación de corredores

París

La edición de 2007 del Tour de Francia será recordada por la victoria del español Alberto Contador, pero también por la convulsión a la que ha sumido la carrera el dopaje, que ha sacudido la prueba a golpes de escándalo. El triunfo del corredor madrileño de 24 años, representante de una nueva generación de ciclistas, puede ser un bálsamo para un deporte en crisis.

Los interrogantes que se ponen a su triunfo, por su presencia en el equipo en el que se gestó la Operación Puerto, el mayor escándalo de dopaje de España, son un síntoma de que el dopaje ha gangrenado el ciclismo en su totalidad y ha fagocitado el Tour de 2007.

Más información

Los casos de Alexandre Vinokurov y Michael Rasmussen son los mejores ejemplos de ese clima, que rescató de la memoria imágenes de 1998, cuando el ciclismo descubrió, de la mano del caso Festina, la sórdida cara del dopaje.

El Tour de 2007 ha estado bajo la pesada herencia del de 2006, cuando el ganador, el estadounidense Floyd Landis, fue declarado positivo cuatro días después de haber posado de amarillo en los Campos Elíseos de París. Resueltos a que esa imagen no volviera a repetirse, los organizadores declararon una guerra sin cuartel al dopaje, una guerra cuya principal arma era una carta que todos los ciclistas debían firmar y que les comprometía a dar un año de salario si eran declarados positivos y a entregar su ADN para, eventualmente, determinar su implicación en casos de dopaje.

Con esta base, el mundo del ciclismo pretendió iniciar una nueva andadura. "Estamos en el año 1 del nuevo ciclismo", aseguró el director de la prueba, Christian Prudhomme, convencido de haber hecho todo lo posible para asistir a un ciclismo limpio.

La fachada duró algo más de una semana, en la que el Tour transcurrió serenamente por carreteras planas, sin interés deportivo y sin sobresaltos extradeportivos. Hasta que, a mediados de la segunda semana, la caravana descubrió que el alemán Patrik Sinkewitz había sido controlado positivo un mes antes del inicio de la prueba. El primer positivo afectó a un ciclista que se había retirado de la prueba y a un control hecho antes del inicio de la misma, lo que parecía librar al Tour del escándalo. Pero la decisión de las televisiones públicas alemanas ARD y ZDF de dejar de transmitir el Tour amplificó su efecto y restituyó el ruido de dopaje sobre el pelotón.

El 'caso Rasmussen'

Sin tiempo para recuperarse del golpe, la carrera volvió a tambalearse cuando se supo que su líder, el danés Michael Rasmussen, se había saltado dos controles antidopaje antes del inicio del Tour. Los organizadores comenzaron a temer que la sombra del dopaje, esta vez en forma de sospecha razonable, volviera a manchar el podio de París y tuvieron pesadillas con un dejá vu. Comenzó una campaña de acoso contra el danés, que se defendió de forma torpe e insegura, apoyado en su respeto a las reglas de la UCI, hasta que, poco a poco, se fue ahogando en sus mentiras.

En medio de esa tensión, cuando el pelotón reposaba en Pau, se conoció que el kazajo Alexandre Vinokúrov había sido controlado positivo por una transfusión de sangre homóloga durante la contrarreloj que ganó en Albi. 'Vino' era el favorito de la prueba hasta que se cayó en la quinta etapa y comenzó una historia de coraje y sufrimiento. El kazajo se ganó a la parroquia a base de sudor, lágrimas y sangre. Pero ésta no era sólo suya y fue expulsado junto con todo el Astana.

El "nuevo ciclismo" había fracasado y los responsables del Tour se vieron obligados a reconocer que nada había cambiado. Con su ciclista más carismático eliminado por dopaje y con el maillot amarillo desacreditado, el Tour navegaba a la deriva. La presión sobre Rabobank fue en aumento para que impidieran que Rasmussen llegara a París. "Si hubiéramos sabido que había faltado a dos controles por sorpresa no habría participado", dijo Prudhomme, que culpó a la UCI de no haber informado de esa situación. Rasmussen fue finalmente retirado por el equipo Rabobank en medio de la tremenda presión de los organizadores y justo después de que, con su triunfo en el Aubisque, cimentara su victoria definitiva.

Positivo de Moreni

Ese mismo día se aireaba que el italiano Cristian Moreni había dado positivo por testosterona, un caso que afectaba a un equipo francés, el Cofidis, como muestra de que el dopaje corroe, sin fronteras, a todo el pelotón.

Por la mañana, Moreni y el resto de los componentes de los equipos franceses y alemanes se habían manifestado antes del inicio e la etapa en contra del dopaje. Triste paradoja para el Tour.