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Sociedad | Actualidad

"He renunciado a mi hijo en el hospital", la realidad de decenas de madres

Existe un protocolo que garantiza a la madre biológica la confidencialidad de su determinación

Decenas de madres renuncian cada año a sus hijos en el paritorio de un hospital. La entrega de recién nacidos para la adopción es una decisión difícil y valiente que obedece a una sola razón: "No puedo asumir su cuidado". Y es el contrapunto al hecho más dramático, el abandono en la calle.

Las 69 mujeres que el pasado año tomaron esa determinación en la Comunidad de Madrid, 54 en Cataluña, 43 en Andalucía, 27 en la Comunidad Valenciana y 19 en Castilla y León, según datos facilitados, son una parte de ellas.

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En grandes hospitales, como los madrileños de La Paz y el 12 de Octubre, se entregan cada año en torno a una docena de bebés. Asistentes sociales y personal sanitario prestan el apoyo emocional y psicológico a la madre para intentar que sea lo menos traumático posible.

No existe un perfil determinado porque las situaciones son muy diversas, explica Soledad Pinedo, trabajadora social en el 12 de Octubre. Las menores de edad que renuncian al dar a luz son muy pocas, sí hay mujeres que tienen otros hijos que ya atienden con dificultades, y en los últimos años ha aumentado el porcentaje de inmigrantes. Un colectivo que ha crecido -expone- y es también más vulnerable por los problemas económicos, laborales, horarios imposibles de compaginar con el cuidado de un niño, el hecho de afrontar solas esa responsabilidad y falta de apoyo familiar.

Llegar al final del embarazo, cuando hay medios para evitarlo, y entregar a tu hijo, es duro y conlleva una larga reflexión. "La mayoría -señala Pinedo- lo tiene decidido porque saben que el niño va a estar bien cuidado, que tendrá unos padres que puedan cubrir sus necesidades, cosa que ellas no van a poder hacer".

Confidencialidad

La protección de menores es competencia de cada comunidad autónoma y en los casos de renuncia hospitalaria existe un protocolo que garantiza a la madre biológica la confidencialidad de su determinación.

Generalmente, cuando una embarazada lo anuncia a su médico o en el hospital, es informada del proceso según la Ley de Adopción, y también de las alternativas para que pueda quedarse con el niño -ayudas sociales y económicas o una 'guarda' temporal del pequeño hasta que solucione su situación-, "de manera que sea una decisión tomada libremente, informada", afirma Soledad Pinedo.

Si opta por la entrega, se notifica al servicio de adopciones de cada comunidad, que se encarga de seguir el proceso y buscar una familia idónea para acoger al pequeño. La madre firmará un documento de renuncia y, un mes después, por si hubiera decidido de forma apresurada, ratificará su voluntad ante el juez.

Llegado el parto, si la madre pregunta el sexo del bebé se le dice y puede verlo si quiere, "pero generalmente no lo piden. Es más difícil hacer esa renuncia una vez que han visto a su hijo", relata a Esperanza Martín, enfermera supervisora en el área de maternidad de La Paz.

Entonces el recién nacido es trasladado al servicio de Neonatología y la madre a una habitación individual "para que esté tranquila, no tenga otra mujer al lado con su bebé, no oiga los llantos..., y reciba el apoyo emocional que necesita", señala.

Más adopciones nacionales

Los abandonos, siempre alarmantes, se mantienen en cifras similares cada año. Por el contrario, la impresión es que han aumentado las renuncias hospitalarias y, según la estadística, las adopciones nacionales.

En 2006, últimos datos proporcionados por las Comunidades, según el Ministerio de Educación, Política Social y Deportes, hubo 916 adopciones -bebés entregados, abandonos y menores en desamparo tutelados-, lo que supuso un cambio de tendencia de los últimos años y superó en más de un 30% las 691 de 2005.

Las adopciones de niños nacidos en España, según datos facilitados, mantenían una línea descendente desde 2002 y en 2005 se llegó a la cifra más baja, 691. En conjunto, las nacionales suponen menos del 20% del total de adopciones.

"Es una decisión muy difícil y muy dura", insiste Esperanza Martín, quien recuerda todavía, por lo que le impactó, a una joven española que, apenas unas horas después de dar a luz, pidió el alta voluntaria. "Intentamos que se quedara, debía cuidarse -explica-, pero solo pensaba en marcharse, olvidar todo el episodio, que había sucedido en contra de su voluntad".

 
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