Los 'camisas rojas' anticipan un posible fin de las protestas en Bangkok

Los líderes de las revueltas en Tailandia, protagonizadas por los denominados ''camisas roja'', se han mostrado dispuestos a dialogar con las autoridades y rendirse tras días de asedio y enfrentamientos contra las fuerzas de seguridad. Al menos dos personas han muerto y más de 100 han resultado heridas como consecuencia de las protestas de los últimos días, que han sumido al país asiático en un clima de máxima tensión social y política.

"Tenemos que parar porque necesitamos cuidar la vida de nuestros simpatizantes", ha afirmado el dirigente Jatuporn Pronpan, una de las caras más visibles de las protestas que piden la dimisión del primer ministro tailandés, Abhisit Vejjajiva.

Asimismo, otro de los líderes ha confirmado la apertura de un cauce de diálogo con el Ejército con el objetivo de que los manifestantes puedan abandonar las zonas de Bangkok cercadas sin peligro. Miles de ''camisas rojas'' se encontraban asediados por los militares frente a las principales oficinas del Ejecutivo.

Bajo control, pero con violencia

El primer ministro, Abhisit Vejjajiva, en una declaración por televisión ha anunciado por su parte que la situación está bajo control. Pero la concentración antigubernamental que se reunió a las afueras de la Casa del Gobierno esta mañana no es buena muestra de ella.

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Por ello, el Gobierno ha advertido de que podrían producirse episodios de violencia contra la propiedad pública, contra establecimientos clave o contra lugares públicos. Ante esta concentración las fuerzas combinadas del Ejército y la Policía han establecido un perímetro de seguridad alrededor de unos 6.000 manifestantes.

Dos personas muertas

Dos civiles han perdido la vida a última hora del lunes por disparos de los que se desconoce su procedencia. Desde el Gobierno se asegura que el Ejército tiene orden de no disparar sobre los manifestantes y que solamente se efectúan ráfagas al aire para asustar a los opositores que protestan en las calles.

Tailandia vive desde hace tres años una profunda crisis política motivada por la pugna entre partidarios y detractores de Shinawatra, derrocado por un golpe de Estado en 2006 que anima a los camisas rojas a recuperar el poder y luchar contra el Gobierno actual.