Internacional

Los refugiados palestinos acaban el año como empezaron

La historia de los refugiados con nombres propios

Un palestino vestido de Santa Claus en la protesta en el puesto de control de Qalandiya del muro israelí(REUTERS/Mohamad Torokman)

El año termina con el proceso de paz bloqueado en Oriente Próximo. Las negociaciones se suspendieron a finales de octubre por la negativa de Israel a prorrogar la moratoria sobre la construcción de asentamientos. Ese es uno de los puntos clave de la hoja de ruta, a la que hay que sumar el desacuerdo sobre la frontera, la liberación de presos o los refugiados palestinos.

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La Agencia de la ONU para los Refugiados Palestinos, la UNRWA, fija en 4 millones el número de personas registradas en sus campos. En Gaza, más de dos tercios de su millón y medio de residentes son refugiados. En Cisjordania, la cifra aumenta a casi 800.000, que viven en 19 campos administrados por Al Fatah, a los que la UNRWA asiste con ayuda humanitaria, sanidad y educación.

Uno de esos campos es el de Al Amari, cerca de Ramallah. Se creó en 1949, un año después de la creación del Estado de Israel, que provocó el éxodo de miles de palestinos. En menos de un kilómetro cuadrado viven 10.500 personas. Mirta es la directora del Centro de Rehabilitación para Minusválidos y dice que, en la práctica, ayuda a todos los colectivos más vulnerables: mujeres, niños, ancianos, etc. Mirta asegura que "la cosa está complicada desde que construyeron el muro. Antes los hombres eran obreros, empleados en Israel. Ahora han dejado de trabajar y aquí no tenemos nada. El desempleo es inmenso y esto se ha convertido en una economía de supervivencia".

A las condiciones económicas se suman las duras situaciones personales que viven la mayoría de las familias palestinas en los campamentos. La gran mayoría ha perdido algún miembro de su familia o tiene personas cercanas presas en cárceles israelíes.

Es el caso de la familia de Khamis y Samira Ebrash. La fotografía del joven que cubre toda una pared del salón indica que en esa casa hay un mártir. Su padre cuenta que en el año 2000 los soldados israelíes mataron a su hijo Saaber. Tenía 15 años: "Fue a una manifestación contra la ocupación, le dispararon... y murió".

Tres años más tarde, uno de sus hermanos mayores fue detenido acusado de atentar contra el Estado Israelí y condenado a cadena perpetua en la cárcel Bel Shaba, Sección 10. Mohamed tenía 28 cuando fue arrestado tras un enfrentamiento en el que perdió los dos ojos y una pierna. Su madre, desesperada, pide ayuda internacional para dar atención médica a su hijo. "Es muy difícil para mí verle en esta situación. La primera vez que le visité, le llevaban entre cuatro personas porque él no puede ver ni caminar. Me sentí muy desgraciada por verle así. Solo pido que ayuden a mi hijo para que le operen de los ojos y le pongan una prótesis nueva para que pueda seguir viviendo. Se lo he pedido a la Autoridad Nacional Palestina pero no consigo respuesta", asegura.

Su otro hijo, Ramsi, está encerrado en la misma prisión que Mohamed, donde atiende a su hermano. Ramsi tiene 32 años y fue detenido en una redada el mismo día de su boda, en 2004. También tiene una pena de cadena perpetua.

La historia de la familia Ebrash es una triste constante entre las familias palestinas de los campos de refugiados, donde carteles colgados en las calles con los rostros de chicos anuncian que cerca de allí vivía un joven palestino convertido en mártir por las balas israelíes.

 
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