"Hoy y mañana son los días clave para conseguir estabilizar los núcleos de Fukushima"
La SER ha hablado con un experto en energía nuclear para entender las claves de lo que está ocurriendo en la central de Fukushima
El experto en Seguridad Nuclear y protección radiológica, Eduardo Gallego, explica las claves para entender los acontecimientos sucedidos en la central nuclear de Fukusima en Japón: "Es totalmente descabellado que Fukushima pueda volver a operar, Fukushima está totalmente destrozada".
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Para entender qué sucede en la fusión del núcleo de un reactor, el profesor en Seguridad Nuclear y protección radiológica de la Universidad Politécnica de Madrid, Eduardo Gallego, bosqueja una imagen simplificada: "imaginemos unas barras que fueran de cera y que tuvieran dentro una fuente de calor, por ejemplo, una resistencia eléctrica. Si esas barras de cera, las tenemos metidas dentro de agua fría aunque la resistencia meta calor, el calor lo transmiten al agua y lo podemos extraer y no se funden. Ahora, si perdemos el agua la cera se empieza a derretir y, por lo tanto, podría formar grumos y bloqueos; si no conseguimos enfriarla en ningún momento acabaría en estado líquido. Es una fusión de los materiales que pasan de estado sólido a líquido".
El primer nivel de seguridad, de los cuatro que hay en Fukushima, son estas barras que separan el combustible radioactivo del resto del reactor; en caso de fusión, debido al calor, es lo primero en desaparecer. Éstas se encuentran dentro de una vasija diseñada para soportar las presiones de un accidente y que, al igual que los núcleos de los reactores 1, 2 y 3, están dañadas tras el tsunami del pasado viernes. "Todos lo informes que van distribuyendo las autoridades niponas indican que el nivel del agua dentro de estas vasijas está aproximadamente a la mitad de altura del combustible o por debajo. Luego significa que este combustible dentro tampoco está bien refrigerado, tendría que estar inundado completamente, y que las partes que están al aire seguramente también estén fundidas, por eso el OIEA confirma que los núcleos de los reactores 1, 2 y 3 corren riesgo de fusión", explica Eduardo Gallego.
El tercer nivel de seguridad es una estructura de contención, hecha de acero y hormigón, cuya función es evitar que se escape material en caso de fusión nuclear, y que podría estar agrietada en el caso del segundo reactor. El edificio del reactor, el último nivel, es una estructura de hormigón con forma de cubo que aisla el reactor del exterior, y que se destruyó con las explosiones de hidrógeno en los reactores 1, 2 y 3 y que se vio afectado por dos incendios en el cuarto.
El líquido que se produciría tras la fusión es una mezcla de las pastillas de combustible: óxido de uranio (y con plutonio en el caso del tercer reactor), y los productos radiactivos que se han acumulado en su interior junto con el material de las vainas del combustible, que son básicamente de circonio; a eso se le añaden otros metales que se emplean en las rejillas de separación y en otras estructuras: al final es una mezcla bastante heterogénea. Es una mezcla de metales y combustible fundidos, de la cual emanan vapores y se forman aerosoles altamente radiactivos.
"Mientras esta mezcla esté dentro de la vasija o de la contención, lo que pueda salir al exterior estará limitado o controlado, el problema surge si como fruto de estos fenómenos se producen nuevas explosiones de hidrógeno, por oxidación y calentamiento, en el interior de la contención", afirma Gallego.
Es posible contenerlo a base de inyectar agua fuera y dentro de la vasija. Aunque la mezcla haya quedado como una especie de bola líquida muy caliente se formaría una costra exterior y podría acabarse estabilizando. Eso fue lo que ocurrió en el accidente nuclear en la isla de las Tres Millas, en Harrisburg en 1979; allí se fundió aproximadamente la mitad del combustible: finalmente inyectaron agua y el núcleo quedó estabilizado la mayor parte del líquido quedó, al enfriarse, solidificado en el fondo de la vasija.
Plutonio en el núcleo del reactor 3, comparación con Chernobil
El combustible MOX utilizado en el reactor 3 es distinto al resto. MOX está formado aproximadamente por uranio en un 95% y plutonio en un 5%, si bien una vez se ha producido la fisión los productos que se van a acumular son prácticamente iguales en todos los reactores. Sin embargo, son productos refractarios y los últimos en fundirse: para que el plutonio o el uranio se liberen, la masa fundida debería tener una vía directa de escape con el exterior; sin esta vía directa la eventualidad de que salga uranio o plutonio es muy remota.
El profesor Eduardo Gallego explica la diferencia con el accidente de la central ucraniana de Chernobil: "El reactor estalló durante una operación incorrecta y entonces aproximadamente la mitad del combustible salió directamente por los aires, pulverizada, por lo que se depositó en un radio de 20-30 km que siguen clausurados. En el caso de Fukushima, la liberación no es de tipo explosivo sino que es por fusión y liberación paulatina, por vaporización fundamentalmente. El uranio y el plutonio son los menos volátiles por lo tanto, si se libera algo de ellos, las cantidades serán muy minoritarias frente a otras como el yodo, cesio, rutenio, telurio... Productos de fisión que sí que son muy volátiles y que también son muy dañinos".
El alcance de la contaminación también ofrece diferencias con Chernobil, donde la nube de contaminación "penetró en la atmósfera en incluso llegó hasta zonas de la estratosfera y se repartió por todo el mundo", la liberación de gases en la central nipona de Fukushima se ha realizado de forma paulatina, "a ras de suelo", por lo que, para Gallego, la contaminación "no va a llegar a causar una preocupación fuera de Japón, en este caso la contaminación está en la capa más baja de aire, de manera que la nube, según avanza, deposita el material radioactivo liberado y, según se va ensanchando, está más diluida, con lo cual la toxicidad cada vez es menos seria".
"No va a llegar a causar un preocupación fuera de Japón, es una liberación paulatina, a ras de suelo; no está habiendo una nube, como ocurrió en Chernobil, que penetró en la atmósfera en incluso llegó hasta zonas de la estratosfera y se repartió por todo el mundo. En este caso la contaminación, por así decirlo, está en capa más baja de aire y pegada al suelo, de manera que avanza la nube, va depositando material y va quedando menos material que depositar y además se va ensanchando y cada vez está más diluida, con lo cual la toxicidad cada vez es menos seria".
Riesgos: Yodo y cesio
"Hasta ahora se ha detectado presencia de yodo y cesio. El yodo dominante, del que más cantidad hay en el reactor, tiene una vida radiactiva corta, cada ocho días se reduce su cantidad a la mitad. Es un problema durante los primeros dos meses, pasado este tiempo el yodo, afortunadamente ha desaparecido: por lo que es un problema muy transitorio en términos generales. Sin embargo, en el caso del cesio o el estroncio, los isótopos dominantes tienen una vida, o un periodo de semi-desintegración, mucho más larga; hay que esperar 30 años para que quede la mitad de ellos, 60 para la cuarta parte. Es una contaminación muy duradera", detalla Gallego.
"Son claves el día de hoy y mañana para conseguir estabilizar los núcleos 1, 2 y 3, cada hora que pasa es más difícil, hay más contaminación local. La única manera es meter agua y agua por todos los sitios: parar el deterioro y la fusión y a la vez dar blindaje poder ponerse a trabajar en la reparación mínima para poder controlarlo", analiza el especialista, "es totalmente descabellado que Fukushima pueda volver a operar, está totalmente destrozada".
"Tendrán que ir pensando con el tiempo o una solución de sepultar todo, hacer una construcción que lo deje todo aislado durante décadas o la otra alternativa que fue la que se hizo en la central de Harrisburg, fue la de ir limpiando poco a poco de forma muy controlada y llegar a extraer todo el combustible para guardarlo posteriormente en contenedores y poderlo gestionar adecuadamente"; "nada se podrá hacer en los primeros meses, tal vez habrá que dejar pasar algún año, hasta que los productos de vida más corta hayan decaído, se puedan valorar una alternativas y otras, va a durar tiempo y su gestión va a ser muy cara", sentencia el profesor en Seguridad Nuclear y protección radiológica de la Universidad Politécnica de Madrid, Eduardo Gallego.
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