Caracoles 'afterwork'
Más de una treintena de puestos callejeros guisan y venden diariamente más de 2.000 kilos de este molusco en Córdoba
"Frente a la crisis, caracoles". Éste, que podría ser un buen lema publicitario, se ha quedado por el momento en simple declaración política. Y no parece muy alejado de la realidad, pues el gusto tan cordobés de sorber estos moluscos testáceos gasterópodos, está al alcance de todos ya que, por poco más de un euro, uno puede entretenerse sacando de su casita y comiendo una ración de estos bichitos con regusto picante y textura viscosa.
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Esta curiosa tradición culinaria ha visto como en los últimos años se multiplicaba el número de puestos callejeros que ofrecen chicos, gordos o cabrillas, picantones, en salsa o en caldo. Ahora hay 36 repartidos por toda la ciudad y permanecerán abiertos hasta el 30 de junio. Córdoba acogerá una gran caracolada el próximo 19 de mayo.
El líder es el caracol chico en caldo. Su receta se mantiene en secreto aunque según Pepe, responsable de uno de los puestos, el ubicado en los jardines de Los Patos, "los chicos se aliñan con comino, hierbabuena, sal y picante". Pepe lleva allí 54 temporadas y nos emplaza a leer un cartel con las propiedades de este manjar "poco graso, altamente nutritivo, recomendado en la antigüedad contra los dolores de estómago".
El consumo del caracol, en sus más diversas variedades, se entiende en Córdoba como una extensión más de ese gusto por compartir la vida en la calle y las improvisadas barras y mesas de estos establecimientos son el mejor lugar para departir con los amigos tras la jornada laboral. Lo que ahora llaman afterwork.
Y el cordobés se enorgullece y recorre los puestos buscando el toque perfecto en su elaboración. Para el presidente de la Asociación de Caracoleros de Córdoba, Juan Carlos Oliva y cuyo puesto ha conseguido el Caracol de Oro en anteriores ediciones del concurso municipal que los valora, "el picantón es la auténtica revelación, incrementándose su consumo temporada tras temporada". Tanto chicos como gordos se extraen sorbiendo o ayudándose el comensal con un palillo de madera. En Córdoba, de marzo a junio, se consume una media de 2.000 kilos de caracoles al día. El éxito de estos establecimientos temporales es tal que otros bares se han quejado al ayuntamiento por la supuesta competencia desleal hacia sus negocios, lo que ha provocado que se limite a caracoles, cerveza, vino y refrescos la venta en los puestos. El caracol casa bastante bien con la cerveza pero también con el fino de Montilla Moriles. Dan buena cuenta de ellos, Fani, Yolanda y sus hijos que han venido desde Jaén para probarlos. "Allí también los sirven, pero no hay tanta variedad", aseguran mientras rebuscan en el vaso el último caracol que sorber.
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