El Barça que viene
El Barcelona prepara una campaña en la que espera retornar al trono europeo
La llegada del Tata Martino, la compenetración entre Messiy Neymar, la salida de Thiago Alcántara o la solución del problema del central son algunos de los temas que el conjunto azulgrana tendrá que sortear si quiere superar al Madrid de Ancelotti.
Una plantilla que no está cerrada
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Una escuadra prácticamente idéntica a la de hace un año, con 25 jugadores entre los que todavía podría haber bajas y nuevas llegadas. El Barcelona ha optado por un planteamiento conservador sin muchas novedades y con salidas sensibles como las de Villa, Thiago Alcántara, Abidal o Deulofeu. A cambio la disciplina culé ha visto como varios jugadores cedidos el año pasado retornaban a su casa y ha centrado su punto de mira en un único jugador.
Un fichaje, sólo uno, pero qué fichaje. Neymar ha sido el único refuerzo que el FC Barcelona ha firmado esta temporada -57 millones-. El club ha depositado en el joven jugador carioca todas sus esperanzas de resolver los problemas de la temporada pasada: un conjunto algo previsible en el toque y que adolecía de falta de mordiente. Para solventar estos 'malos vicios' se ha apostado por la energía y el carácter propio de un argentino como el Tata, que podrá contar con una alternativa a Messi en ataque. Los equipos rivales ya no podrán planear su táctica pensando solo en el desborde de 'La Pulga', sino que Neymar introducirá una variable a la ecuación que se traducirá en más verticalidad y ocasiones de gol.
El impacto de Neymar es rotundo después de su excelente Copa Confederaciones y de ser elegido el 'mejor fichaje del verano', según la web de la FIFA. Pero la llegada del brasileño es la vez una imposición esquemática, pues deja una sola posición sin ocupar en el ataque barcelonista dentro del 4-3-3. Tata Martino tendrá un quebradero de cabeza para escoger cada fin de semana entre el talento de Pedro, la irregularidad de Alexis o la revelación en forma de Tello. Y todo esto sin contar con Deulofeu -cedido al Everton-pero que ya está al nivel del primer equipo.
Todas las posibilidades del ataque se reducen en el centro del campo a la perfecta simplicidad. Un tridente compuesto por Iniesta, Busquets y Xavi -donde Cesc Fábregas puede ser el comodín después de no coger las llamadas de Moyes- y que solo variará para que Song ofrezca descanso al mediocentro defensivo. La frágil salud de Xavi, que empezó como un rumor por la Masía y cada vez se extiende más, dará la oportunidad de ver el talento de Sergi Roberto, la gran esperanza de futuro tras la salida de Thiago.
Pero donde reside un año más el temor de toda la hinchada blaugrana es en el eje de la zaga. Piqué, Mascherano, Puyol y Bartra -con lesiones siempre de por medio- no son suficiente para un equipo que aspira a cuatro títulos. La llegada de Agger o David Luiz es vital, por mucho que el Tata Martino se empeñe en esperar al eterno capitán. Si abrimos el juego a las bandas, Adriano y Montoya se lo pondrán difícil a los supuestos titulares -Jordi Alba y Alves-. Para terminar este rompecabezas el Barça aún no ha solucionado la 'papeleta' con vistas al futuro. La salida de Víctor Valdés es un asunto muy delicado y que exige una contratación a la altura, no un parche.
De esta manera el once tipo del Barcelona sería: Valdés, J. Alba, Piqué, Puyol (siempre que esté a punto), Alves, Busquets, Xavi, Iniesta, Pedro, Neymar y Messi.
El estilo de juego del 'bielsista' Martino
Volver a ser el Barça dominador y con empuje de hace cuatro años. Esa es la esencia de la idea que el Tata Martino quiere transmitir a sus jugadores. Y por fácil que parezca no es sino todo lo contrario. Conseguir introducir en las mentes de un grupo que lo ha ganado todo, el hambre de seguir queriendo más, de presionar, de mejorar, es una empresa realmente complicada. Desde un punto de vista positivo, Martino sabe que cuenta con las piezas adecuadas para llegar a esa cota. El camino principal pasa por mejorar el físico y ganar en intensidad.
La clave es la posesión del balón, alrededor de la que gira todo el juego blaugrana. Pero no una posesión para sumar un porcentaje al final del partido o retener el cuero sin más, sino una posesión en zonas del campo en las que el equipo pueda ser peligroso. Ahí es donde el Tata Martino más ha incidido en los pocos entrenamientos que lleva con toda la plantilla. Para lograrlo es necesaria una presión conjunta y arriba, en campo contrario. Ya la hemos podido apreciar en los partidos de pretemporada con buenos resultados. Obligatorio que no sea solo Eto'o en su época o Pedro ahora quien la haga. Las dos líneas, tanto el centro del campo como la delantera, tienen que ocupar espacios de forma acompasada para recuperar el balón y hacer daño con las defensas rivales descolocadas.
Hay una máxima en el manual de juego de la Masía que debe cambiar. La situación de triángulos de ataque equiláteros y con profundidad se ha perdido, a cambio de dibujos más parecidos a un triángulo obtusángulo o para que nos hagamos una idea, desplegado. El Tata ya ha explicado que el equipo se debe olvidar de los ataques parados, de lado a lado y la razón principal es que una pérdida de balón supone un peligro latente con la defensa como único flotador. Para solventarlo, el argentino ha pedido pases entre líneas -típico de su juego en Newell's- formando triángulos donde el balón supere áreas defensivas del rival y con superioridades atacantes. El resultado no es otro: verticalidad.
Esta última idea lleva asociada por defecto otra muy importante: conseguir hacer gol con menos. Medir los esfuerzos y las pérdidas en la elaboración de jugadas para lograr un estilo más directo que el argentino ya ha puesto a punto en sus otros equipos. No va a desaparecer el movimiento de balón típico en el juego culé, pero sí se va a hacer de forma más pragmática. Con ello se quiere mover también otra ficha enrocada, la dependencia goleadora de Leo Messi. Martino apuesta por que otros jugadores se sumen a posiciones de ataque y lograr buenos registros como Eto'o o Henry hicieron en su año.
Factores que condicionan el ánimo
El Barcelona lleva dos temporadas -la última de Pep Guardiola y la primera de Tito Vilanova- con el fantasma de la 'enfermedad' sobrevolando los pasillos del Camp Nou. Dos infortunios en forma de cáncer, en los cuerpos de dos integrantes fundamentales del equipo. El primer caso es el del líder, Tito Vilanova, que después de recuperarse de su grave enfermedad y cuando todo parecía que marchaba viento en popa tuvo que hacer un nuevo 'parón', para luchar en otro frente distinto al deportivo. El equipo no se recuperó de eso, de una cosa así no te recuperas. Vives pensando en cosas extradeportivas que van mucho más allá, que percibes en el día a día. Los jugadores brindaron al entrenador, ausente durante casi 4 meses, una gran temporada que se saldó con el título de liga. Pero el esfuerzo de tanto remar a contracorriente les hizo ahogarse a final de temporada a unos metros de la orilla. Además con un mazazo anímico exagerado, por lo destructor que es un 7-0 global en la eliminatoria frente al Bayern.
El segundo caso es el de Eric Abidal, gran apoyo para toda la plantilla, ejemplo de esfuerzo y perseverancia. Un héroe entre sus compañeros. Tito finalmente no ha podido continuar, pese a sus conocidos intentos, y deja su labor definitivamente. Esa decisión va a ayudar a ambas partes. Al propio Tito para centrarse en la solución de su problema y al plantel azulgrana para evitar el 'run run' que revolotea cuando alguien querido se encuentra ausente. El segundo caso es más complicado. Después de la entrega de Abidal y tras su completa recuperación, la plantilla no ha entendido la decisión de no renovar al francés por parte de la directiva de Rosell. Incluso ha habido casos de jugadores como Alves que públicamente han rechazado la medida.
El refuerzo positivo es la llegada de nuevo entrenador con entusiasmo y capacidad por transmitir ideas y hechos: un estímulo para toda la plantilla. Se deben olvidar las salidas de jugadores que ya no están, casos como el de Thiago, Villa o el propio Abidal. El Tata sabe que debe contar con los que están, de ahí viene el tema de apostar por la recuperación de Puyol, referente en el vestuario. Todo lo demás son distracciones que no ayudan sino perjudican. Y el Tata Martino tiene un duro objetivo por delante: reconducir al Barcelona a la cima del fútbol mundial.
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