Las 'aceiteras con glamour' no son rellenables

"Se trata de jugar con los sentidos", explica Montse Martínez, de Peccatum 7. "Hay que llamar la atención con la imagen para que luego la gente se fije en lo que hay dentro". Los envases de 250 ml destacan en su stand de la Fira Orígens de Olot (Gerona) porque recuerdan a un frasco de perfume. En su interior, sin embargo, solo hay aceite de oliva. "Pero virgen extra y de variedad 100 % arbequina", matiza ella. Tras el infructuoso amago de Bruselas, el Gobierno tiene previsto aprobar este viernes una norma que acabe con el uso de las aceiteras rellenables en bares y restaurantes. Una medida que no convence a consumidores y hosteleros, porque puede suponer un incremento de los precios, pero que beneficia a los productores que apuestan por la calidad y el diseño.

"España es el país con mayor capacidad de producción del mundo", dice Martínez. Sin emabrgo "hay poca cultura de aceite". El Ministerio de Agricultura defiende el cambio de normativa como algo normal y cita como ejemplo el hecho de que tampoco se sirvan ya botellas de vino sin etiquetar.

Para el departamento de Miguel Arias Cañete el objetivo es mejorar la calidad del aceite de oliva, evitar fraudes y apoyar a los productores, pero la Comisión Europea retiró su plan hace unos meses porque la medida no contaba con un apoyo amplio, en especial entre los consumidores.

La Federación Española de Hostelería (FEHR), de hecho, ya ha manifestado su temor a que los nuevos formatos o envases, que serán obligatorios en España a partir del 1 de enero de 2014, supongan un incremento de los precios del aceite de oliva. Un temor fundado, desde luego. La garrafa de cinco litros de Peccatum 7, por ejemplo, cuesta 21 euros, y el frasco de 250 ml, 5,5 euros, por lo que el precio se quintuplica.

Isabel Cabello es diseñadora gráfica y explica por teléfono que su estudio de Úbeda (Jaén) ha trabajado ya para 30 marcas de aciete por lo que, poco a poco, se está especializando en ese sector.

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"Lo más importante es que el diseño sea atractivo y tenga elementos diferenciadores, que transmita emociones", señala. Uno de sus productos es el etiquetaje del aceite Spiritu Santo, inspirado en el mantón de Manila que en Andalucía, según dice, se suele usar para ir a la Feria o a los toros. "A los dueños de la marca les interesaba exportar a Sudamérica y vimos que los colores del mantón también están presentes en los trajes regionales de Colombia o Peru".

La diseñadora jienense reivindica un "tiempo de respuesta" porque, "ahora que los recursos son muy limitados", no resulta sencillo invertir en I+D para nuevas botellas y tapones, pero asegura que en su día a día ve "grandes productos" y apoya todo lo que suponga mejorar el sector e intentar evitar el fraude. "Con la que está cayendo, me parece fenomenal apostar por la calidad".

Cabello explica que las aceiteras que ella diseña, a priori, no son rellenables. Pero añade: "Tampoco lo son las botellas de destilados y muchas veces las rellenan... Ya veremos qué pasa".

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