En un tenso encuentro con José Maria Aznar, con quien ha hablado de corbatas, Rajoy ha sacado pecho de su gestión económica y ha asegurado que es «una falsedad» que haya liquidado el estado del bienestar. El jefe del Ejecutivo destierra los «fatalismos» y dice que los españoles tienen razones de sobra para enarbolar un «patriotismo sereno, cívico y orgulloso». Tras perder dos millones y medio de votos en las europeas, Mariano Rajoy quiere recuperar la confianza de los ciudadanos. Para ello plantea ahora abrir un debate sobre aforados, transparencia, además de ahondar en su reforma de la administración pública y abordar la elección directa del alcalde. Pero algunos populares consideran que, tras años esquivando las explicaciones sobre el «caso Bárcenas», es todo un peligro lanzar estas propuestas al aire, esperando a que las palabras se concreten en hechos. Y también creen que se les puede volver en contra que la gente piense que son unos oportunistas que solo buscan reformar la ley electoral para su beneficio en 2015. Para evitar esa imagen y que al PP le acusen de aplicar su mayoría absoluta, Rajoy propone a todas las fuerzas políticas alcanzar un gran consenso. Por eso el presidente del Gobierno ha hecho un llamamiento a la responsabilidad de los grupos parlamentarios. «Es más fácil comentar que reformar, opinar que decidir y criticar que construir», ha señalado en la clausura de Campus FAES. Colaboración con el PSOE Al jefe el Ejecutivo le interesa especialmente contar con la colaboración del principal partido de la oposición. Ha dicho que, una vez salga elegido el nuevo líder del PSOE, espera poder mantener con él la misma relación que con Alfredo Pérez Rubalcaba: «De permanente contacto con el Gobierno». Lo ha remarcado poniendo como ejemplo la situación en Cataluña. En el PP temen que en las filas socialistas se produzca un giro radical de discurso. Así que Rajoy ha hecho hincapié en que le gustaría que su futuro interlocutor tuviera «una posición similar» a la del saliente secretario general en el tema del soberanismo. Es decir que rechace la consulta y así poder seguir haciendo frente común a Artur Mas. José María Aznar ha hablado del «desafío secesionista» como lo que «pone en cuestión la Constitución, la unidad y la continuidad histórica de nuestro país». Y Rajoy ha insistido en lo de siempre, comentando que el referéndum no se va a celebrar porque es ilegal. Frente a Aznar, Rajoy ha sacado pecho de su gestión económica. A defendido que si se está saliendo de la crisis es porque «se ha cogido el toro por los cuernos». Además, ha dicho que es «profundamente injusto» y «una enorme falsedad» decir que su Gobierno ha liquidado el sistema de bienestar. Además, el presidente del Gobierno ha pedido que no se caiga en el «fatalismo y la duda». Y de forma solemne ha sostenido que a nuestro país no le faltan motivos para tener «un patriotismo sereno, cívico y orgulloso». El encuentro de Rajoy con Aznar ha sido este año muy tenso. A diferencia de otras ocasiones, no hubo sillas en el jardín de FAES para que las cámaras registrasen una distendida charla entre ambos. El cambio de escenario obedecía al mal tiempo. «Amenaza tormenta», comentaban. Toda una metáfora. Aunque, al final, en Guadarrama salía el sol. Al final photocall y punto. En el que han hablado de corbatas. Rajoy iba informal. No la llevaba. Y Aznar le decía que él no se la había quitado en toda la semana de cursos. Después, ya en la conferencia, el expresidente daba las gracias a su sucesor diciendo que es el «ponente más estable y consolidado» porque siempre ha acudido a estas reuniones. Y le pedía que «no le entre fatiga y que siga en esa condición de estabilidad» siendo «el participante más fiel de este campus».