Ocio y cultura

El incierto futuro de la cueva de Altamira

Después de 12 años cerrada, la cueva volvió a abrirse en febrero de este año de forma experimental a grupos muy reducidos

Visitantes en el interior de Altamira(CADENA SER)

Visitantes en el interior de Altamira

La cueva de Altamira en Santillana del Mar (Cantabria) es uno de los enclaves arqueológicos más importante del paleolítico superior. Si por algo destaca es por la belleza de las pinturas rupestres que dejaron en su interior las generaciones que habitaron en ella durante 22.000 años.

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Después de más de una década cerrada, en febrero de este año, la cueva de Altamira se abrió a un reducido público de forma experimental para medir el impacto de la presencia de seres humanos sobre las pinturas. Desde entonces más de 96.000 personas han visitado el Museo, según su director José Antonio Lasheras, que la cueva no esté abierta de forma total no ha implicado un descenso en el número de visitantes. Preguntado en la Cadena SER por el futuro de las visitas, Lasheras, aseguró que lo más probable es que las cuevas no vuelvan a abrirse del mismo modo que se hacía antes de 2002, cuando el régimen de visitas permitía varios grupos por semana.

Desde febrero, cada semana cinco personas elegidas por sorteo entre quienes van al museo tienen la posibilidad de visitar la cueva original durante 37 minutos. Los afortunados tienen que entrar protegidos con monos, calzado especial y mascarillas para minimizar el daño sobre las pinturas.

La cueva fue abierta al público en 1917 y declarada monumento nacional en 1924 lo que incrementó notablemente el número de visitantes, primero cientos y después miles de personas. María Luisa Cuevas, guía del Museo apuntaba que en los años setenta los primeros síntomas de deterioro hicieron que la cueva tuviera que cerrarse durante cinco años.

Durante décadas los humanos hemos introducido en la cueva microorganismos, bacterias y algas que se han adherido a la roca y afectado a las pinturas. El director del Museo apuntó que las visitas continuadas han provocado la proliferación de colonias de algas microscópicas que podrían borrar las pinturas, "si no hubiéramos detenido la visitas podría haber desaparecido alguno de los bisontes".

Abandonada hace 13.000, la cueva permaneció en el olvido hasta finales del siglo XIX. Su descubridor fue Marcelino Sanz de Sautuola, un aficionado a la paleontología y naturalista de Santander. En 1879 en una incursión con su hija pequeña, esta le alertó de las figuras que tenían sobre sus cabezas pronunciando una de las frases más conocidas de la paleontología nacional, según nos contaba una de las guías del museo al ver los dibujos en la roca, la hija de Sautuola, exclamó "Mira papá, son bueyes". Los bueyes que creía haber visto eran en realidad bisontes pintados en la roca aprovechando las protuberancias de la piedra.

A finales de este mes o principios de septiembre, el patronato se reunirá para decidir futuro el turístico de este histórico enclave, patrimonio de la humanidad de la UNESCO desde 1985.

 
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