¿Comemos más despacio por culpa de los teléfonos móviles?

Clientes que se pasan un buen rato haciendo fotos antes de probar bocado, camareros que devuelven el plato a la cocina porque se ha quedado frío... Circula por Internet el estudio de un restaurador anónimo de Nueva York en el que, tras comparar las grabaciones de las cámaras de seguridad de hace 10 años con las de ahora, llega a la conclusión de que sus servicios de comida duran casi el doble (de 65 a 115 minutos) por culpa de los teléfonos móviles. El restaurador señala en su texto, publicado en un foro y luego replicado en multitud de páginas web, que muchas de las críticas que han recibido últimamente se deben, justamente, a que la espera para que una mesa se quede libre es cada vez mayor. ¿Sucede algo parecido en España?

"Hace unos años, cuando estaba en The Fut Duck, todo esto era bastante nuevo y ni siquiera teníamos wifi. Hoy en día hay gente que viene con dos iPhones y un iPad, y se pasa 10 minutos haciendo fotos antes de tocar el plato". Didier Fertilati, jefe de sala del restaurante Quique Dacosta, asegura que él sí ha notado "un cambio bastante notable".

Fertilati señala que su experiencia en el tres estrellas Michelin de Denia es totalmente distinta a la del restaurador neoyorquino: "Ellos necesitan que el tiempo por mesa sea bastante corto para poder remontarlas. Nosotros no lo hacemos porque la experiencia en Quique Dacosta ya es bastante larga de por sí".

Justo al contrario que en el Mercado de San Ildefondo, inaugurado este verano en el centro de Madrid. "Aquí no tienes un camarero que te sirva en la mesa. Lo compras tú mismo y te lo comes apoyado en una barra, pero a cambio te ofrecemos el mejor precio", señala uno de sus responsables. El éxito del negocio, un espacio de tres plantas con estética de street market, exige que la gente compre, coma y no tarde mucho en irse, por lo que sus promotores han optado por no ofrecer wifi.

El empresario Pere Chias, presidente del Gremi de Restauració de Barcelona, asegura que él no ha notado que las comidas se demoren tanto por las fotos como por "la costumbre de salir a fumar entre plato y plato". Chias asegura que la importancia de la rotación de los clientes varía en función del tipo de establecimiento pero añade que, en cualquier caso, "una vez sentado, el cliente es dueño y señor de estar en la mesa tanto tiempo como quiera".

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"Nosotros intentamos prohibir las fotos en 2008 y 2009, pensando en ofrecer un mejor servicio, pero la gente se lo tomaba muy mal y decidimos retirar la norma", explica Ángela Montero, la jefa de sala del también madrileño Diverxo, con tres estrellas Michelin. "Ahora muchos entran por la puerta haciendo fotos, como si estuvieran de viaje, y tienes que respetarlo. Pero es verdad: el servicio que antes duraba dos horas ahora ha pasado a casi cinco".

Didier Fertilati reconoce que a veces la gente le presta más atención al móvil que a las personas que tienen enfrente, pero se muestra comprensivo: "Si prefieren estar en las redes sociales que comiendo, y son felices así, no podemos juzgar ni enfadarnos con nadie. En el fondo es publicidad para el restaurante".

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