La última resaca que dejó el vino de Mishima

Madrid

Mishima tomó su nombre de uno de los escritores más famosos de la literatura japonesa, como un restaurante de Barcelona donde sirven sushi. Sin embargo, llevan años haciendo música con letras en catalán e historias cotidianas, tan cotidianas como puede ser un pan tumaca para acompañar un poco de butifarra que ellos probablemente regarían con su vino.

Y es que este grupo tiene su propia marca de vinos: Set tota la vida, un tinto joven del Montsant. “Es muy frutal y va muy bien para antes de cenar con amigos. Pasa muy bien, sólo con entrar en la boca, ya te da buenas noticias”, cuenta David Carabén, el cantante de Mishima que, aprovecha y nos da una primicia: para el año que viene ya están preparando un blanco. Esta vez será de la parte de Terra Alta, también en Tarragona.

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Al grupo está encantado de hablar de comida: “Con los músicos es una buena forma de aproximarse a la gastronomía porque estás obligado a comer fuera, pasas muchas horas esperando y casi que el acontecimiento más importante, a parte del concierto del día, es la comida. Así que se habla muchísimo de comida, nos mandamos fotos, hay debates, hay discusiones a la hora de elegir restaurante…”, confiesa Carabén.

Pero hay ciertos sitios donde todos coinciden siempre. Uno de ellos es Kuai Momos: “Es como un restaurante de medias raciones orientales. El Jordi, el dueño, ha vivido en Indonesia, Thailandia y Bali más de 15 años. Es cocinero y sumiller, y sabe mucho de cocina. Ha contratado a un chef chino espectacular y ha hecho una carta súper interesante, deste tatakis, curris verdes y rojos, del más picante a menos, las guiozas buenísimas…. Cada semana tiene platos nuevos”, cuenta Dani Vega, guitarrista del grupo y auténtico devoto de este restaurante que, además compró su tirador de cerveza en Madrid. “Es que en Barcelona tiran la cerveza muy mal, con una falta de sensibilidad… cuando hay algún bar que lo tiran a la madrileña, los Mishima lo celebramos”, apunta Carabén.

Como contamos en Play Gastro, el vermut se ha puesto muy de moda en Barcelona, pero los Mishima siguen siendo más de caña. Además, del Kuai Momos, también les gusta cómo las tiran en un bar que se llama El Xampanyet, en el Born, y recomiendan conocer la antigua fábrica de la cerveza Moritz, que ha vuelto a abrir hace poco: “Se come fantástico, está abierto todo el día y hay que probar su cerveza fresca, te la puedes llevar a casa pero se te pudre. Tiene ese sabor fresco, muy orgánico”, explica Carabén. (Escucha El Brindis a partir del minuto 41:40:)

Ellos son más de comida tradicional y a buen precio, como la que sirven en restaurantes como La Llesca o El Ponsa y comer botifarra amb seca, la butifarra acompañada de judías típica de Vic. Ellos no se han atrevido a probarlas, pero conocen una tienda, la Botifarrería Santa María, donde hay butifarras de sabores tan peculiares como chocolate, menta o hasta de manzana al curry. Eso sí, dicen que hay que ir con paciencia, que las cosas suelen ser interminables.

Pero, lejos de lo que cabe pensar, según Mishima, la comida más tradicional de Barcelona no es la butifarra sino los canelones: “Es un invento de un restaurador italiano que tenía un restaurante en Barcelona y que lo puso tan de moda, que empezaron a hacer canelones en todos los restaurantes. Ahora vas a cualquier restaurante de pueblo, súper humilde, de brasa, y también tienen canelones. Pero no son como los italianos, están rellenos de rostit, un tipo de carne que es como la del cocido”, cuenta Carabén.

Para digerir tanta información, recomendamos dejar sonar el último disco de Mishima y pasar así la resaca que, no sabemos sí será la última pero sí una de las que mejor suenan: