Aceite de oliva al 13, aceitunas de mesa al 23 por ciento
La modificación del IVA en más de 40.000 productos ha provocado un completo caos entre los comerciantes griegos que califican de ilógica el incremento de hasta un 10% en las facturas
Atenas
A los griegos no les debe parecer en absoluto que las negociaciones en un salón de Bruselas tienen que ver con su vida de forma distante. Lo que siete días antes se habló de madrugada en un edificio de la Comisión, estaba este lunes en la estantería de una frutería del barrio de Kallithea en Atenas. En concreto la primera línea de la página dos de aquel acuerdo, la que habla de modificar el IVA.
Cuando el miércoles pasado el parlamento griego aprobaba la subida del IVA, pocos podían imaginar que además de los problemas de encontrarse con subidas de precios del 10%, se añadiera una cierta pesadilla contable. “Los frutos secos naturales tienen un IVA del 13%, pero si son tostados y con sal, entonces es del 23”, dice Mike, que estudia Comunicación pero ayuda hoy en la tienda de su padre. “El aceite de oliva tiene un IVA del 13%, pero las aceitunas del 23%, ¿qué lógica tiene detrás?” dice este chico, que intenta adaptarse a una lista de unos 40.000 productos alimenticios “para que encima no nos multen al final”.
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La intención de proteger a las economías más humildes manteniendo en el 13% los productos básicos, ha llevado a situaciones confusas, como que un tipo de carne se venda a un IVA y otro tipo a uno más alto, o que la pasta, según sea rellena o no tenga tributaciones diferentes. Probablemente esta confusión se solventará en unos días, pero no otra: la de qué hacer con un negocio que apenas da para sobrevivir y en el que hay que decidir entre subir precios y espantar clientes, o seducirlos congelando la factura final a costa de reducir el ya exiguo beneficio de muchos comercios.
Un periódico griego ha titulado esta subida del IVA como un “23% richter”, comparando el golpe con la intensidad en la escala de medición de terremotos. “Esta subida va a ser un desastre -dice en su relojería Georgos-, porque yo no puedo aumentar mis precios, la gente no tiene dinero”. Calcula que en estos años de crisis sus ingresos han caído “un 80% y un 90% en estas tres semanas sin bancos si lo comparo con julio del año pasado, realmente no creo que pueda aguantar más allá de otoño”. Debe 10 meses de alquiler del local.
Si el problema de Georgos es que vende productos de los que la gente prescinde cuando el dinero escasea, cuando se venden dos productos tan omnipresentes en Grecia como café y ‘suvlaki’ -pinchitos de carne y verdura- se tiene un poco más de seguridad en que se mantiene el negocio. “El griego no va a dejar de tomarse su café y su suvlaki”, nos cuenta Elias en la puerta de su restaurante de comida rápida en la plaza principal de Kallithea. “Pero voy a tener que subir precios y sé que perderé clientes”. Responde lacónicamente con un “sí, algo”, sobre si cree que la reapertura de los bancos le va a facilitar las cosas.