"Tiene mucha guasa que un ciego gane el concurso Cocineros AL VOLANTE"

Madrid

La principal apuesta de TVE para los gastromartes, Cocineros al volante, se ha quedado lejos del impacto cosechado por MasterChef, pero más allá del recorrido por los pueblos y del empujón al movimiento food-truckero, el programa será recordado porque uno de los ganadores, Jonatan Armengol (JON), ¡es ciego!

A su lado, en La Vermuneta, ha contado con el cocinero argentino Javier Brichetti (JAV), asesor gastronómico y chef del restaurante toledano Musakaya, y también con Jazz, su perro guía. Lo que sigue es el resumen de la conversación telefónica mantenida con ellos esta mañana.

 Que un ciego gane un concurso de cocina no pasa todos los días…

JON: ¡Un equipo formado por un excepcional cocinero, un perro y un ciego! Ha ganado un equipo...

La Vermuneta, ganador de Cocineros al Volante

¿Cómo os conocisteis?

JAV: Soy aficionado a los concursos de cocina . Siempre que hay un certamen de tapas, ¡me apunto! Y Jonatan suele participar como jurado en esos concursos... En dos años gané seis concursos, por lo que me dedicó varias notas y me entrevistó en su programa de radio. Además, casualmente, vivimos en el mismo barrio.

Jonatan, ¿cómo se te ocurrió concursar en un programa de cocina?

JON: Cocino casi desde que tengo uso de razón. ¡Me encanta! En casa, de hecho, mi pareja no cocina. Y no me dedico a ello profesionalmente porque en la cocina de un restaurante sería complicado, pero en una pequeña es más sencillo.

¿Cuánto tiempo lleváis cocinando juntos?

JAV: Un año, más o menos. Jonatan venía al restaurante y yo le dejaba con mi jefe de cocina para que aprendiera algunas técnicas. Al no ver, iba un poco más lento, pero hacía bien los cortes y además se divertía. Luego comíamos y nos hacíamos la crítica de los platos mutuamente.

JON: Pero bueno, la idea fue de Carlos Muñecas, que es el dueño de la Vermuneta y cliente de mi agencia de comunicación. Me dijo que me había presentado, que sería muy divertido verme por la tele... ¡y hasta aquí hemos llegado!

¿Cuál ha sido el momento más divertido o desastroso del programa?

JAV: ¡Cuando me quemó! Estábamos haciendo una fideuà y yo tenía una jarra de caldo en la mano. Jonatan no me vió, chocamos y me quemé… Lo curioso es que pensaba que se acabaría cortando en algún momento y no: quien se cortó fui yo.

JON: También cuando a Javier se le ocurrió decirme que rellenara un biberón con un puré de zanahorias. Las normas del programa eran muy estrictas y no teníamos ningún tipo de menaje –también estaban pensadas para hacer un poco el show– así que formé una especie de volcán. Me reí muchísimo, pero bueno, si hubiese tenido un embudo, como en casa, evidentemente no me habría pasado.

Jonatan, ¿en casa cocinas totalemente solo?

JON: ¡Sí, claro! Prefiero hacerlo en compañía porque es más divertido, pero sí, las personas ciegas tienen la capacidad de cocinar, andar, viajar… ¡Todo! Lo único que se nos resiste, y yo estoy por probarlo, es conducir. Tiene mucha guasa que un ciego gane el concurso Cocineros AL VOLANTE.

¿Cómo consigues no cortarte ni quemarte?

JON: Trabajar en la cocina siendo ciego exige más concentración, pero los que lo somos de nacimiento tenemos otro tipo de percepciones y de entrenamiento. Yo no necesito ver para utilizar un cuchillo y con pasar la mano por encima ya sé si el aceite quema. Al final es una cuestión de tener cuidado. También es verdad que en los momentos de mayor riesgo he usado un guante de seguridad que casi nadie utiliza…

Javier, ¿qué ha supuesto para ti participar en el programa?

JAV: Lo que más me interesaba, además de poder viajar y recorrer la costa española, era ver hasta dónde éramos capaces de llegar. Cocinar en un food-truck es complicado. Normalmente lo que se hace, más que nada, es despachar lo que ya llevas preparado. Pero aquí había que cocinar y además con la presión del tiempo...

¿Os ha cambiado en algo la vida?

JON: Solo que ahora es más lento ir por la calle, porque se te acerca a saludar. ¡Y eso es muy gratifiante! Pero la tele no debería cambiarle la vida a nadie. Mientras hablamos me estoy sirviendo un café y sigo yendo a trabajar todos los días…

¿Qué va a pasar con la Vermuneta?

JON: La Vermuneta es una herramienta de marketing de Vermut Zarro y va a seguir dando vueltas ahí. Uno de nuestros objetivos era demostrar que una bebida tan ligada a una hora concreta del día puede armonizarse con cualquier tipo de gastronomía.

JAV: Yo tengo un restaurante en Toledo y asesoro otro en Madrid, pero iremos a los eventos que nos convoquen.

¿Y cómo lo ha llevado el perro?

JON: ¡Muy bien! Una de mis poquísimas exigencias fue que el equipo de producción tuviese claro que el perro no era un concursante más y que tenía que tener sus timing. Cuando le necesitaba, estaba a mi lado. Pero mientras cocinábamos él se quedaba en la caravana de producción, con aire acondicionado. El que no le rascaba la tripa, le llevaba a dar un paseo o le tiraba un juguete. Lo más gracioso es que, a la semana de rodaje, cuando gritaban “¡todo a posición!”, se ponía a mi lado como diciendo: “Vale, que toca grabar”...

¿Has hablado con algún ciego que te haya visto por la tele?

JON: Con pocos, pero me consta que se lo han pasado muy bien y que les ha gustado verse representados. Las minusvalías muchas veces no están en el discapacitado sino en la mente de los demás. Hay que erradicar esa imagen de pobrecitos y demostrar que podemos llegar a donde queramos. Hay limitaciones, claro, pero cada uno tiene unas cualidades y lo que hay que hacer es aprovecharlas y divertirse. La discapacidad no es sinónimo de tener que quedarse en casa. Aquí valemos todos lo mismo.