La campaña estaba en todas partes
El relato de los últimos días en Cataluña y cómo la agenda política ha repercutido en la calle
Barcelona
Resulta extraño que el control de un estudio de radio se quede en silencio, pero han pasado cuarenta minutos y nadie ha abierto la boca. Todo son miradas cruzadas y arquear las cejas. Está Raül Romeva en 'Hoy por hoy'. La entrevista es tensa. La campaña se acaba y el candidato de Junts pel Sí toma las preguntas como si fueran ataques. A la salida del estudio, junto a la máquina de cafés, niega que estuviera nervioso o a la defensiva. "Está claro que no hay alternativa, quienes creen que es posible dialogar con el Estado verán que no existe otro camino". Sale a paso vivo y su equipo le sigue contento, porque entienden que han llegado a quienes querían llegar. La campaña va de targets, del público al que quieren movilizar. El resto ya importa menos.
Muy cerca de Ràdio Barcelona, en la plaza de Cataluña, una caseta de la Asamblea Nacional de Cataluña reparte propaganda a favor de la independencia. "La damos en castellano para internacionalizar el proceso", dicen. Su revista lleva un único emblema en portada, 'Hay trenes que solo pasan una vez en la vida', y reproduce apoyos a la autodeterminación. Citan a Yanis Varoufakis, pero no aparecen Barack Obama o Angela Merkel. En otro de los folletos desarrollan la idea de Romeva: "¿Hacemos un nuevo Estatut? Ya lo hicimos. ¿Pedimos un régimen económico como el que tienen los vascos? Ya lo hicimos. ¿Votamos a Podemos? ¿Crees que un partido que no pasará del 25 % de los votos va a poder cambiar algo? La única salida es la independencia". Ocurre, sin embargo, que las personas que se acercan al puesto preguntan poco por la épica. Muchos son pensionistas que se interesan por lo que pasaría con su jubilación. Después de la palabra independencia, lo más citado estos quince días han sido las pensiones.
La campaña ha tenido llamaradas que se combustían en el día. Una vez se hablaba del corralito; otra, de la nacionalidad; otro día hubo lío con las banderas mientras los turistas se miraban atónitos. Pero el debate de las pensiones se ha sostenido desde el principio, desde que Artur Mas prometió subirlas un 10 %, hasta el final, cuando Margallo avisó de que caerían un 40 % si Cataluña se separa de España. La candidatura de Artur Mas y Oriol Junqueras ha logrado que las elecciones se afronten como si fueran plebiscitarias, pero ahora se preguntan por el efecto que tendrá en las urnas lo que ellos han llamado "campaña del miedo".
"No es ninguna campaña del miedo, es que la gente tiene miedo de verdad a perder sus ahorros", replicaba en uno de los mítines Albert Rivera. "¿Por qué no les explican lo que pasará con su dinero o con la moneda?", se preguntaba en voz alta el presidente del Gobierno. El PP ha centrado su campaña en advertir de las consecuencias de una separación, el PSOE ha insistido en la reforma constitucional y Podemos ha apostado por un referéndum. En eso, la campaña no ha servido para traer promesas nuevas, sino más bien para polarizar las posiciones de cada partido. No ha habido ni un solo día en que todo girara sobre la propuesta de tal o cual candidato, que es lo que suele ocurrir en las campañas. Aquí el debate es uno y todas las preguntas penden de él. "Han desplazado el eje entre izquierda y derecha para hablar sólo del eje independentistas frente a no independentistas, como si no hubiera matices entre ellos", describe el asesor de uno de los partidos contrarios a la secesión.
El eje entre la izquierda y la derecha era el que había vuelto determinante al cinturón de Barcelona, que se movilizó para llevar a Zapatero a la Moncloa y que, al quedarse en casa, permitió varias de las mayorías de Jordi Pujol. Sobre esos municipios han desplegado los partidos sus mayores esfuerzos y en el principal de todos ellos, L'Hospitalet de Llobregat, ha logrado el soberanismo darse su primer gran acto multitudinario. Tras haber conseguido el gobierno de Barcelona, que los socialistas preservaron durante décadas hasta que Xavier Trias rompió el fuerte, el soberanismo espera de las elecciones catalanas del 27-S que complete su relato al llegar por fin al área que siempre se le resistió. Pero ese cinturón tiene varios pretendientes. Ciutadans y Podemos se han lanzado sin disimulo a por el votante desencantado del PSC, que ha tirado de Pedro Sánchez y de varios de sus barones para retener lo que pueda. "No irá tan mal como dicen las encuestas", cuentan en la sede socialista, "a pesar de que, probablemente, tengamos nuestro peor resultado histórico".
En el tren hacia Sant Boi, donde Susana Díaz participará en un encuentro con mujeres socialistas, una niña le va explicando a su madre de qué iba el libro que acaba de terminar. "Si este era en catalán, el próximo lo puedes coger en castellano", le sugiere a la chica con naturalidad. Al llegar a la estación, se asoman las dos para averiguar qué provoca tanto revuelo de vecinos y cámaras de televisión. "Más políticos", le dice la niña a la madre antes de seguir su marcha. En otro tren, camino de Tarragona, un extranjero le pregunta a un joven catalán a qué se deben los carteles del andén.
— El domingo se vota. Estos son de los que piden la independencia.
— ¿Y dónde jugará el Barça?
— Pues no lo sé.
La campaña emite un ruido constante del que a veces parece que sólo lleguen los ecos.
El Gobierno insiste en que el lunes 28, el famoso día después, habrá tranquilidad. "No nos vamos a poner nerviosos. Lo más que pueden hacer si ganan son declaraciones. Responderemos a las palabras con palabras y a los hechos con hechos", contaba un miembro del Ejecutivo en una de sus visitas a Barcelona. En la candidatura de Mas avisan de que darán por buena una mayoría absoluta de escaños aunque sea sumando a la CUP. La oposición les recuerda que para lograr el pacto fiscal el propio Artur Mas pedía una mayoría cualificada del 60%, o que para reformar la ley electoral se requieren dos terceras partes de los diputados. "¿Cómo va a ser necesaria una mayoría de dos tercios para cambiar una ley y va a bastar la mayoría absoluta para declarar la independencia?", se preguntan. En Junts pel Sí no se mueven de su argumento: "Son plebiscitarias porque no nos han dejado hacer un referéndum". Para ellos, estas elecciones lo serán y están decididos a interpretar que lo han ganado pese a que no tengan una mayoría de los votos.
Sean cuales sean los resultados de este domingo, empujarán a una reacción política, en Barcelona y en Madrid. Reacción que habrá de producirse con la maquinaria en marcha por las elecciones generales navideñas. Campaña sobre campaña. Hace unos días, dos personajes se hablaban en la viñeta de un diario barcelonés. "Igual no dejan que Cataluña se vaya", avisaba uno. A lo que el otro respondía: "Igual no dejan que Cataluña vuelva". Dicen que es la hora de la política, pero resulta difícil saber si los ecos de la calle llegan al ruido de la campaña.